“A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”. Son palabras de Jesucristo que cada vez que hay comicios federales o locales salen a relucir, cuando se comienza a cuestionar la participación de las diversas denominaciones religiosas, especialmente la Católica Romana, en temas políticos electorales.
Las respuestas no se hacen esperar: desde los furibundos actualizando los pleitos decimonónicos entre liberales y conservadores que condenan hasta la más mínima opinión, hasta los puristas iluminados que pontifican que la política debe regirse con la Biblia en la mano. Ni uno ni otro.
El Pbro. Ernesto Hinojosa Dávalos aclara: “Iglesia no es sólo la jerarquía particularmente los obispos, sino todos los bautizados; política se entiende como la “cosa pública”, es decir, aquella participación necesaria que contribuye a lograr el bien común”.
Lo anterior viene a colación ante la reunión que sostuvieron ayer las dos candidatas presidenciales Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez con la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), que ha alertado de la violencia en México rumbo a las elecciones.
En el caso de la abanderada de Morena, PT y Verde, ésta pidió a las iglesias que ayuden a combatir las causas del crimen. “Aun cuando vivimos en un Estado laico que respeta todas las religiones, es importante también que las religiones y las iglesias, en su espacio de actuación, puedan apoyar también en todo lo que tiene que ver con la atención a las causas”, dijo.
Sheinbaum reconoció que los obispos están “muy cerca” de la gente para escuchar las necesidades más importantes de la población.
Es de destacar la actitud de la candidata oficialista, si tomamos en cuenta que su partido Morena se identifica como de izquierda. Se resalta la voluntad de la candidata -con una formación científica- de tender puentes de diálogo con los diversos sectores de la población, conocedora del peso e importancia que la religión tiene entre millones de mexicanos. Es una postura que muchos otros políticos deberían de imitar, independientemente de profesar algún credo o no.