Pese a las crecientes deportaciones y operativos de Estados Unidos y México, los migrantes en el límite de la mexicana Ciudad Juárez con El Paso estadounidense insisten en cruzar el fronterizo río Bravo (o Grande) de forma irregular.
La situación escaló porque la semana pasada las autoridades estadounidenses expulsaron a 200 migrantes que cruzaron por la puerta 40 del muro fronterizo y los entregaron al Instituto Nacional de Migración (INM) mexicano en Ciudad Juárez, donde avisó que los retornarían a Chiapas, estado de la frontera sur de México.
El venezolano Marco Galindo consideró “muy frustrante” reiniciar su ruta.
“Es como si fuera un fracaso, todo el mundo está buscando el sueño de subir a Estados Unidos y ya que estamos aquí, esa guerra que nos hacen desde Tapachula (ciudad de la frontera sur), hacen la vida imposible. Los de Migración, la Guardia Nacional, por todos lados nos corretean (persigue)”, dijo Galindo a EFE.
El suramericano señaló que entre quienes están varados en el río Bravo corre ahora el temor sobre si cruzar o no, pues mientras en Estados Unidos la Guardia Nacional de Texas los devuelve a golpes, en México los agentes del INM los retornarían a Chiapas en un autobús atados de manos. También contó que muchos de ellos tienen más de cinco meses en Juárez, donde además de conseguir recursos tienen que afrontar la delincuencia organizada, y todos los días hacen un recorrido de unos 10 kilómetros a lo largo de la frontera para ver por dónde pasar.
Lo que sucede en Ciudad Juárez refleja las crecientes restricciones en la frontera de Estados Unidos, donde el 9 de mayo el Gobierno de Joe Biden promulgó una norma que instruye a los agentes migratorios a prohibir que las personas consideradas un “riesgo para la seguridad pública o nacional” soliciten asilo.
Texto y foto: EFE