No te preguntes…

Mario Barghomz

mbarghomz2012@hotmail.com

Ya Hobbes y Rousseau habían establecido en su propia época y entorno, y dada asimismo su propia circunstancia; las prerrogativas mutuas que vinculaban al Estado y al ciudadano, a la República y al súbdito, en el entendido de que cada uno, gobierno y comunidad, estaban obligados a actuar de mutuo acuerdo por la paz, la libertad y el bienestar.

Rousseau lo llamó “El contrato social” que se refiere estrictamente a reglas morales y políticas de actitud y comportamiento que tanto soberanos como súbditos deben observar. Pueblo y gobierno actuando de mutuo acuerdo en pro del bien social, el desarrollo mismo de la comunidad y el crecimiento de la nación.

El problema surge cuando uno y otro (estado y comunidad) evaden su propia responsabilidad, exigiendo más que cumplir, juzgando más que simplemente actuar, dentro de una relación vinculante y necesaria de deberes y responsabilidad.

En 1961, John F. Kennedy habría dicho en su discurso de investidura presidencial: “no te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tu país”. Sin duda palabras que también en aquel momento tocaron el corazón y la conciencia de muchos norteamericanos que asumieron desde entonces la idea como un compromiso vinculante entre gobierno y comunidad civil.

Sin el menor ánimo político en estos tiempos de política, las palabras de Kennedy deberían estar también en el corazón y el alma de cada uno de aquellos dados sólo a juzgar, señalar y exigir por lo que no sienten que se les de o no reciban lo suficiente de lo que suponen debería hacerse o dárseles.

La pregunta es vinculante en lo que toca a cada ciudadano del mundo viviendo en su propia comunidad; ¿qué hemos hecho cada uno de nosotros por nuestro propio país? ¿Y qué merecemos en respuesta por ello si es que realmente algo o mucho sentimos que hemos hecho?

Ya de entrada y sabiéndolo o no, todo ciudadano del mundo o de algún país, goza o vive dentro de un “contrato social” que lo asocia y vincula, como dice Rousseau, a dar y recibir por aquello que entre estado y ciudadano (gobierno y súbdito) mutuamente los relaciona.

La obligación de un estado para con su sociedad civil debe ser clara en su ejercicio político; cuidar, proteger, educar y respetar, además de estar pendiente del ejercicio de leyes que permitan al ciudadano crecer y desarrollarse dentro de su propia comunidad. Aunque sin embargo a menudo (muy a menudo) habrá ciudadanos que crean que el estado está obligado a respetar sus derechos, pero sin exigir sus obligaciones. Porque así como en el “contrato” se puede demandar un derecho (civil en este caso), se debe también estar consciente que cada derecho conlleva ciertos deberes que deben cumplirse como ciudadanos.

De entrada, ser un hombre amable, sincero y cordial con los demás, representa las cualidades ideales de comportamiento mutuo entre ciudadanos. Tener claro cuáles son nuestros deberes como residentes naturales de una comunidad, ayudará al estado a crear las instancias justas para cumplirlos. Pero si creada la instancia el deber no es cumplido, entonces será imputable o no admisible.

Asimismo la cuestión ética y moral será siempre necesaria para que gobierno y comunidad se vinculen debidamente. El trabajo, la salud, la educación y la economía serán áreas siempre delicadas que de no ser atendidas por uno y otro (estado y comunidad) crearán siempre conflicto y tensión en sus relaciones. Además de que aquellos ciudadanos inmorales, viciosos y zánganos, serán siempre aquellas lacras imputables a la comunidad, así como al gobierno todo acto de corrupción o latrocinio de un mal ejercicio político.

Estado y comunidad deberán crecer juntos en el entendido de que ninguno será posible sin el otro. El planteamiento de Kennedy tiene que ver con aquello que somos y hacemos dentro de la comunidad; cada tarea bien hecha, cada profesión y oficio realizado con ética en atención a los demás y para beneficio propio, cada actitud, comportamiento y relación en pro de la paz social, el beneficio mutuo y el crecimiento de la nación, es una tarea obligada respetando las leyes dispuestas y asumiendo el deber personal que a todos y cada uno como comunidad nos corresponde.