Un estudio de la Universidad de Córdoba, en colaboración con investigadores portugueses, ha concluido que las pausas en la actividad humana tienen como consecuencia un beneficio en la biodiversidad.
El equipo investigador ha estudiado la calidad del hábitat cada ocho días, y durante un periodo de cinco años, para casi 400 especies de la Península Ibérica a partir de datos obtenidos por satélites que informan de diferentes características de los ecosistemas, como la calidad de la vegetación o las particularidades funcionales de los ecosistemas.
Concretamente, se han interesado por el albedo, la evapotranspiración, los índices de vegetación y la reflectancia y temperatura de la superficie terrestre, según un comunicado de la Universidad de Córdoba.
Nuevas perspectivas
Estos datos los analizaron desde julio de 2017 a agosto de 2022 –esto es, antes, durante y después de la pandemia– y han observado una tendencia general negativa de la calidad del hábitat.
Los investigadores han comprobado resultados con otros datos relacionados con la paralización de la actividad humana como consecuencia de los confinamientos: partículas tóxicas en suspensión fruto de la quema de combustibles fósiles, partículas en suspensión de menos de diez micras y datos de movilidad.
Así al superponer los resultados de la calidad del hábitat de las especies con los datos de partículas y movilidad, los investigadores vieron que había una relación ya que en el momento en que aparece un confinamiento, la contaminación disminuye y la calidad del hábitat aumenta para el conjunto de todas las especies, sin tener relación con la estacionalidad.
Cuando disminuye la movilidad de las personas y la contaminación, el espacio en el que viven anfibios, reptiles, aves, mamíferos y plantas mejora su calidad, lo que abre la puerta al fomento de prácticas que pausen o reduzcan la actividad humana, como el teletrabajo.
Un nuevo camino
El investigador del Área de Ecología de la Universidad de Córdoba Salvador Arenas Castro ha explicado que “en el primer confinamiento, por ejemplo, la calidad del hábitat aumentó cuando el confinamiento ya llevaba unos días en desarrollo provocando un descenso en las partículas en suspensión y en la movilidad de las personas”.
“Arenas ha asegurado que “si la calidad del hábitat en el que viven las especies mejora, habrá más cantidad y mejor calidad de agua, el aire estará más limpio y los recursos naturales serán más asequibles, lo cual nos hará más felices, más saludables y más conectados”. A pesar de que los confinamientos de larga duración tuvieron efectos negativos en la naturaleza, como un aumento de incendios o la caza furtiva y pueden provocar malestar en la sociedad, la investigación demuestra los beneficios que tienen no solo para las especies, sino también para las personas.
Texto y fotos: EFE / Agencia