Por efecto dona, bajan cortina de negocios de varios años

Una ferretería céntrica, ubicada a unos metros de la exestación de trenes y que ahora es sede de la Universidad de las Artes en Yucatán (Unay) baja sus cortinas, luego de décadas de existencia, con lo que otro negocio cede al “Efecto Dona”, que afecta a barrios y algunas colonias de Mérida.

Por el suburbio del Chembech en los últimos años esta historia se repite de manera seguida: tienda, molino, lonchería y ferretería han cerrado sus puertas.

La tienda “la Gaviota”, donde según el fallecido periodista Hebert Martínez Fuente vendían unas deliciosas tortas de jamón y queso hace años corrió con igual suerte.

En algunos casos porque fallecieron los padres y sus hijos tuvieron profesiones y vocaciones diferentes y no quisieron continuar el negocio.

El que cerró hace unos años y volvió a abrir fue Ferretería Manzanilla, esto es a unos pasos del mercado del Chembech. Este negocio estaba bien surtido y de pronto cerró, probablemente combinado por la pandemia.

Hace como un año volvió a abrir y sin estacionamiento ya que optó por poner mercancía.

“El Efecto Dona” parece irreversible. Cada vez hay más casas que se venden, principalmente, porque los dueños fallecieron y sus hijos viven en otros lugares. En una esquina se puede observar hasta cinco casas que están en venta, otras que están remodelando, principalmente, por un extranjero o un migrante.

Algunas remodelaciones de las casonas son para convertirlas en departamentos o en Airbnb.

Una vecina que vive por el rumbo de la Plancha, Rubí Caamal, explicó que ella ha pensado en vender, pero le causa nostalgia porque allá ha vivido en años y más ahora con el parque los precios se han disparado.

Ella es originaria de Kanasín y tiene la opción de irse a vivir con sus hijos, pero no hay nada mejor que tener su propia casa. “Los nietos dan energía, he vivido con mi nuera por varios meses, pero no años y esto puede complicarse”, dijo.

Agregó que cada vez quedan menos vecinos, han aumentado los departamentos, pero son inquilinos temporales.

Aunque las rentas son caras, los inquilinos ven que están cerca del centro, quienes algunos hasta caminando y ya sólo agarran un autobús para su trabajo o escuela.

Algunas casonas son adquiridas por extranjeros, quienes pueden realizar modificaciones ya que como son principalmente de mampostería y estar ubicada en el Centro Histórico tienen que cumplir con un reglamento del Instituto Nacional de Antropología e Historia (Inah).

Actualmente esto ha abonado a la gentrificación, que sucede cuando un proceso de renovación y reconstrucción urbana se acompaña de un flujo de personas de clase media o alta que suele desplazar a los habitantes más pobres de las áreas de intervención.

Texto y foto: Darwin Ail