Editorial de Peninsular Punto Medio

Para reducir la inseguridad, el presidente Andrés Manuel López Obrador demostró que no tiene varita mágica: logró algunos resultados e indiscutiblemente buscó combatir la inseguridad a través de la creación de la Guardia Nacional.

   López Obrador recibió el país con 100 muertes diarias en promedio y lo ha bajado a 77; lo recibió con 36,685 homicidios anuales y estos han disminuido a 30,523. Hay avance, pero la violencia es todavía el principal problema del país y los resultados en el caso de homicidios dolosos son muy pobres.

Con 362 votos a favor y 133 en contra, la bancada de Morena en la Cámara de Diputados logró pasar la reforma de la Guardia Nacional, que propone ceder a la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena) el control del cuerpo de seguridad, que tiene más de 120 mil miembros, modificando a la vez las funciones de los militares en tiempos de paz.

En este sexenio, los militares son los ingenieros de las megaobras, administradores de las aduanas, de una aerolínea y ahora también se encargarán de la seguridad.

Gran parte del problema de la inseguridad se debe al tráfico de drogas, que es propiciado por un gran consumidor como Estados Unidos y que sanciona al que la vende y no al que la consume, fomentando así que se siembre en México y en otros países de Centroamérica y que también tiene que pasar por nuestro país.

La Guardia Nacional fue creada por Obrador y reemplazó a la Policía Federal, que estaba muy corrompida. El Presidente aplica el refrán: “a grandes males grandes remedios”, pero el Ejército puede verse rebasado por sus múltiples funciones. Lo que sí es un hecho es que, tanto en la inseguridad como en la corrupción y en todos los flagelos, la solución somos todos.