Editorial de Peninsular Punto Medio

El huracán “Helene” se apiadó de los yucatecos ya que, de acuerdo a la Coordinación Estatal de Protección Civil (Procivy), su “furia” se vio en las lluvias que hubo todo el día, que provocaron encharcamientos y algunas caídas de árboles.

Actualmente, el nivel de alerta es de Amarilla de alejamiento para las comunidades de San Felipe, Río Lagartos, Panabá, Calotmul, Sucilá, Espita, Buctzotz y Tizimín.

Afortunadamente, no se agigantó. En septiembre, los yucatecos no se fían de los ciclones, ya que dos de los huracanes más catastróficos como lo fueron “Gilberto” (14 de septiembre de 1988) e “Isidoro” (22 de septiembre de 2002) lo hicieron en este mes. Ambos dejaron de rodillas a los yucatecos, el primero fue categoría 5 y el segundo, 3.

En el caso de “Isidoro”, lo que sucedió es que un frente frío hizo que avanzara más lento, por lo que destruyó granjas, carreteras, miles de postes, las láminas de las casas salieron disparadas y algunas quedaban dobladas como si fuera papel. Hubo localidades que más de un mes no tuvieron electricidad.

Por eso, durante las tormentas que llegan en septiembre, los yucatecos se encomiendan a la Virgen de Guadalupe, a San Judas Tadeo o al santo del día. Como asegura el experto en huracanes de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), Juan Vázquez Montalvo, esto no es cíclico, no hay nada escrito en piedra. De “Gilberto” a “Isidoro” pasaron 16 años, así que ya debe tocar, pero aseguran que no hay nada escrito.

Lo que sí es un hecho es que cada año por la emergencia ambientalista que atraviesa el planeta, los huracanes están en aumento, tanto en número como en categoría, debido al calentamiento de los océanos. El planeta está pasando la factura.

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