Editorial de Peninsular Punto Medio

Los yucatecos hemos vivido una de las noches más largas. Sin duda.

Y es que el huracán Milton se volvió de pronto, en horas, un fenómeno meteorológico catastrófico, con altísimas posibilidades de hacer daño en tierra, pese a que el ojo pasó a más de 50 kilómetros de Progreso, Yucatán.

Buena parte del día de ayer dos colaboradores de este periódico estuvieron en la zona costera y fueron testigos de las historias que hoy está usted leyendo. La verdad es que la expectación, no para bien, era alta y contrario a otros eventos de este tipo, la gente respondió al llamado a ir a los refugios temporales.

Estuvimos, por ejemplo, en Celestún, Sisal y Progreso, en donde la gente sí salió de sus casas endebles para buscar refugio, aunque hubo otros que no aceptaron el apoyo y se quedaron.

Y es que es lógico no querer dejar nuestras casas y pertenencias, pero tal como dijo el gobernador Joaquín Díaz Mena en su recorrido por la costa: “las cosas materiales se pueden recuperar y los apoyos se pueden conseguir, pero la vida no se puede reponer”.

En Progreso, Díaz Mena hizo un llamado que, hasta ese momento, a las 14:00 horas, era necesario y urgente. “Las casas de lámina (cartón o tablas, agregamos) no van a soportar los vientos de más de 180 kilómetros por hora, vayan a los refugios que se han habilitado, no ignoren nuestros llamados”, indicó el mandatario a los yucatecos.

Habrá personas que nieguen que no se hizo lo suficiente, o que faltó más apoyo a la población, pero creemos que cada evento es diferente y queda en cada persona responder o no los llamados a protegerse.

Ya veremos cómo nos fue y todo lo reportaremos en nuestras diversas plataformas digitales o en nuestra edición impresa.