Por los puños de Laura

Mary Carmen Rosado Mota

@mary_rosmot

latribunaesnuestra@gmail.com

La semana pasada se anunció, de manera oficial, que el Comité Olímpico Internacional decidió omitir al boxeo como disciplina olímpica para Los Ángeles 2024, una decisión que fue producto de las diferentes asociaciones, consejos y federaciones que “regulan” este deporte a nivel mundial pero que no consiguen trabajar de manera conjunta. No era de extrañarse el gran revuelo que causó tal anunció, sobre todo, en países como el nuestro con una gran historia en el cuadrilátero.

Laura Serrano García nació el 20 de octubre de 1967 en la Ciudad de México, en el seno de una familia donde la distinción de labores entre hombres y mujeres era constante, lo que marcaría años más tarde su destino en la historia del deporte nacional. Conforme fue creciendo se interesó por disciplinas como la natación y el futbol, aunque no recibió mucho apoyo para poder practicarlos.

Fue cuando cursaba la carrera de derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México que Laura descubrió el box, ese deporte donde veía que jóvenes de diferentes edades se concentraban en golpear un saco y consideró sería una buena actividad para mantenerse en forma. Sin embargo, conforme creció su gusto por este deporte se dio cuenta de que ser boxeadora en México, al menos en aquellos años, era literalmente imposible.

Desde que en 1947 se estableciera un decreto presidencial que prohibía la participación de las mujeres en las peleas de box, esta práctica quedó relegada a la clandestinidad o al simple entrenamiento como un ejercicio físico, dejando de fuera cualquier posibilidad de participar en una pelea oficial o convertirse en deportista profesional.

Es por ello por lo que la carrera como pugilista de Laura se desarrolló en el extranjero, debutó en las vegas en 1994 y un año más tarde se convirtió en Campeona Mundial de peso pluma de la Federación Internacional de Boxeo, no solo fue la primera mexicana sino también la primera boxeadora de América Latina que lograba un título mundial. Después de eso se mantuvo invicta hasta el 2003 y tras unos combates más, colgó los guantes de manera profesional en el 2007 con un récord de 17 victorias, 5 derrotas y 3 empates.

Pero además de ser una gran fuente de inspiración sobre el cuadrilátero, como abogada mantuvo una pelea legal para que se eliminara la prohibición del boxeo para las mujeres en nuestro país, batalla que ganó a final de la década de los noventa. Irónicamente, ella nunca logró pelear, en su era como profesional, en suelo mexicano. Justamente el año pasado fue inducida al salón de la fama del boxeo internacional, siendo la primera boxeadora latinoamericana en lograrlo.

Poeta, abogada, esposa, mamá y campeona, hay muchos adjetivos con los cuales podríamos nombrar a Laura, pero quizá el más exacto sería luchadora. Una mujer que supo hacerle frente a cuanto obstáculo encontró en su camino y aún en los momentos más difíciles de su carrera siempre mantuvo la pasión por el deporte que amaba y el compromiso de saber que, con sus puños, estaba trazando el camino para que otras mujeres también pudieran vivir esta aventura, sin prohibiciones.