México vivió ayer dos eventos que nos deben llevar a la reflexión.
Primero, la Corte analizó el proyecto que anula parte de la reforma judicial, pese a que en la misma sesión se leyó un aviso de la Cámara de Diputados que pedía no analizar el tema pues aplicaba la reforma de la Supremacía Constitucional.
La decisión final, creemos, evitó un conflicto mayor pues se entraba en una espiral de enfrentamiento entre los poderes Legislativo y Judicial, que necesariamente derivaría en una crisis constitucional.
¿Cómo le dices no a la Corte? ¿Pero cómo ignoras un mandato constitucional? El dilema era enorme, pero todo se solucionó con el voto del ministro Alberto Pérez Dayán, quien ya es el blanco favorito de las críticas de la oposición.
Creemos que este tema seguirá vigente por mucho tiempo, pero se acentuará o se calmará dependiendo de los resultados de la elección de jueces, magistrados y ministros, lo que ya de por sí es un gran reto, pero más, mucho más, evitar que haya baja participación de los ciudadanos en las urnas.
El segundo evento que nos mantuvo en vilo a los mexicanos fueron las elecciones en los Estados Unidos, en las que obtuvo la victoria el republicano Donald Trump.
El riesgo está presente por sus discursos de odio contra los latinos y sus amenazas de aranceles a los productos mexicanos y contra la política mexicana.
Ahí sí que ya sabemos que no nos va a ir bien con el republicano en la Casa Blanca, no porque seamos adivinos, sino porque ya gobernó y mostró su rostro contra todo lo que huela a inmigrantes. Esperemos, pues, que los mexicanos y latinos no sufran tanto con los resultados de ayer en la nación norteamericana.