El pasado 25 de noviembre, el Senado de la República resonó con la energía de 128 jóvenes provenientes de muchos rincones de la República. Todas ellas se congregaron en el Primer Parlamento de Mujeres Jóvenes.
Organizado en colaboración con el Senado y la Red Mundial de Jóvenes Políticos, entre otras organizaciones, incluida Va por la Tierra
Este encuentro se ha convertido en algo excepcional, ha marcado un antes y un después en la lucha por la equidad de género en México, demostrando un potencial transformador pocas veces visto. Uno de sus grandes logros es la articulación de una sólida red de mujeres jóvenes que están transformando su mundo.
Este cambio de paradigma se evidenció en la amplificación de voces jóvenes, a menudo invisibilizadas en los espacios de toma de decisiones. De hecho, se presentaron propuestas concretas para combatir la violencia de género y mejorar la vida de las mujeres mexicanas, un cambio tangible y esperanzador.
En Va por la Tierra, celebramos el gran papel de nuestras líderes. Por un lado, Ameli Rodríguez, impulsó propuestas innovadoras para la soberanía alimentaria, abogando por una agricultura sostenible y sistemas alimentarios resilientes. Esta visión se complementó con la pro- puesta de Mari Virgilio (La Última Gota), quien, con igual fuerza, exhortó al reconocimiento de los derechos de la naturaleza. Ambas demostraciones reflejan el poder transformador de las juventudes comprometidas.
Este impulso juvenil se hizo aún más evidente con el liderazgo de Sofía Morán, coordinador de Juventudes en Va por la Tierra y presidenta de la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento. Junto a Viviana González y Nina Pot, han dejado claro la efectividad de la acción ciudadana co- lectiva para la construcción de un futuro más justo y sostenible. Sus propuestas, en consecuencia, no solo se limitaron a temas ambientales, sino que abarcaron un espectro amplio de necesidades como la ciencia y la democratización del conocimiento.
Las propuestas incluían desde el acceso a la educación y la protección de los ecosistemas hasta la garantía de salud mental y mecanismos de protección efectivos, todas estas fueron solo la punta del iceberg. En última instancia, este Parlamento representó u cambio cultural profundo, construyendo una cultura de respeto, transformando imaginarios colectivos y empoderando a las futuras generaciones con una perspectiva de género integral.
En resumen, este Parlamento no fue simplemente un evento; fue un punto de inflexión. Marcó el inicio de un legado de liderazgo femenino joven, comprometido con un México más justo y sostenible. El trabajo apenas comienza, pero la energía, la visión y el compromiso demostrado por estas 128 jóvenes nos inspiran a seguir trabajando incansablemente por un futuro libre de violencia y un México próspero y equitativo. ¿Y tú quieres ser parte del cambio? ¡Hagamos que las cosas sucedan!