El Cetea será un hito en políticas públicas del sureste; el Club Activo Autismo, un ejemplo de organización comunitaria que genera impacto inmediato en la vida de adolescentes y jóvenes
Yucatán está marcando un antes y un después en la atención, inclusión y bienestar de personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA). Desde el ámbito gubernamental, se prepara la apertura del primer Centro Estatal para el Autismo (Cetea) en el sureste mexicano, mientras que, desde la sociedad civil, iniciativas como las del Club Activo Autismo muestran cómo madres, padres y cuidadoras y cuidadores están generando espacios de socialización, formación y prácticas prelaborales para adolescentes y jóvenes.
El conjunto de acciones, tanto públicas como privadas, refuerza la idea de que la inclusión es una tarea colectiva: una política pública que se fortalece cuando encuentra eco en las familias, en la comunidad y en quienes se organizan para transformar la vida cotidiana de las personas con autismo.
EL PRIMER CENTRO ESTATAL ESPECIALIZADO EN AUTISMO DEL SURESTE
Con el anuncio de la apertura del Centro Estatal para el Trastorno del Espectro Autista (Cetea), programada para diciembre de este año, el Gobierno de Yucatán se coloca a la vanguardia nacional. El espacio estará ubicado en las instalaciones del Centro de Rehabilitación y Educación Especial (CREE), en la colonia Francisco I. Madero de Mérida.
El Cetea atenderá en su primera etapa a niñas y niños de entre 2 y 12 años de edad, con un modelo de intervención multidisciplinario, individualizado y con acompañamiento familiar estructurado.
TRES PILARES
El programa contempla tres ejes fundamentales: Detección oportuna: garantizar diagnósticos tempranos para intervenir en fases iniciales; intervención temprana: diseñar terapias y programas adaptados a las necesidades de cada niña o niño.
Participación activa de madres, padres y cuidadores: formar entornos familiares capaces de sostener los procesos de aprendizaje y socialización.
El gobernador Joaquín Díaz Mena explicó que este centro representa “una política pública con rostro humano”, que busca atender no solo a la infancia, sino acompañar el ciclo de vida completo de las personas con TEA, con proyección hacia inclusión educativa, laboral y social.
SERVICIOS ESPECIALIZADOS
El Cetea ofrecerá Terapia de lenguaje, Integración sensorial, Terapia ocupacional y Matrogimnasia, así como actividades en el Centro de Estimulación Multisensorial (CEMS), talleres familiares y áreas de habituación.
Estos servicios se brindarán de manera gratuita, consolidando un modelo público que, según el DIF Yucatán, “pone al estado en un lugar destacado en materia de salud e inclusión”.
Sin embargo, especialistas y familias coinciden en que la existencia de un centro estatal no basta para resolver todos los retos. El acompañamiento debe extenderse más allá de los 12 años, pues las necesidades de adolescentes y jóvenes con autismo son específicas y suelen quedar fuera de muchos programas.
Ahí es donde cobra relevancia la labor de iniciativas ciudadanas como el Club Activo Autismo, que nació hace tres años en Mérida por la necesidad de una madre de crear un espacio seguro para su hijo diagnosticado con TEA.
Lucy Cantellano, fundadora del club, relata que la iniciativa surgió al buscar un espacio de socialización y deporte tras la pandemia:
“Era difícil que los niños hicieran amistades, que fueran a la escuela o que se relacionaran. Así nació la idea de reunir familias con hijos e hijas con autismo o TDAH, para jugar y entrenar de manera ordenada”.
Lo que empezó como un espacio lúdico derivó en un grupo consolidado con más de 200 familias en Mérida, que hoy organiza reuniones, comparte experiencias y difunde información sobre terapias, escuelas, neurólogos y alimentación.
Uno de los mayores retos, explica Cantellano, aparece cuando los niños y niñas crecen y alcanzan la adolescencia.
“Muchas terapias, escuelas y apoyos se quedan en los 12 años. Pero después de esa edad, los adolescentes con autismo siguen necesitando espacios y actividades. También desean tener un futuro, trabajar y lograr satisfacciones personales”, apuntó.
Frente a esta realidad, el Club Activo Autismo decidió dar un paso más: organizar prácticas prelaborales, que permitan a adolescentes y jóvenes de entre 12 y 19 años adquirir experiencia en entornos de trabajo simulados.
LA PRIMERA PRÁCTICA DE CAFETERÍA
El domingo 24 de agosto se realizará el primer ejercicio prelaboral en formato de cafetería, en un local rentado junto a la panadería Ki’ichpam ubicada en la carretera a Motul.
Durante tres turnos, 26 participantes desempeñarán roles como anfitriones y anfitrionas, meseros y meseras, preparadores y preparadoras de alimentos, lavalozas y cajeros y cajeras.
El menú, pensado para facilitar su preparación y atención, incluirá bebidas frías, panes, opciones dulces y saladas.
Previo al evento, las y los adolescentes tendrán un ensayo sensorial en casa de una familia, con el fin de familiarizarse con olores, texturas y dinámicas de servicio.
La organización contempla incluso una remuneración simbólica para cada participante, con el objetivo de reforzar la relación entre esfuerzo y recompensa.
“Queremos que vivan la experiencia completa: atender, servir, cobrar y recibir un pago. Así adquieren confianza y descubren que pueden realizar tareas laborales”, explica Cantellano.
ECOS DE INCLUSIÓN: DEL CAFÉ COMUNITARIO AL CETEA
Aunque el club no es una escuela ni un centro terapéutico, las familias se organizan para dar a sus hijos e hijas oportunidades de aprendizaje que aún no existen en otros espacios.
La idea, dice Cantellano, es que este sea el primero de muchos cafés. Ya está programado un segundo, en diciembre, con temática navideña.
El proyecto ha despertado interés entre terapeutas, quienes han aportado insumos y apoyado en la difusión, así como de representantes públicos, incluido un diputado local que impulsa una ley de autismo en Yucatán y autoridades del Instituto para la Inclusión de Personas con Discapacidad (IPDI).
HACIA UNA CIUDAD MÁS AMABLE PARA EL AUTISMO
El reto de fondo es integrar las políticas públicas con las iniciativas comunitarias para crear una sociedad más inclusiva.
“Organizándonos podemos proyectar a Mérida como la ciudad más amable para el autismo en la región. Lo lograremos si sumamos voluntades de gobierno, familias y sociedad civil”, afirma Cantellano.
En este sentido, la apertura del Cetea y las prácticas del Club Activo Autismo son dos caras de un mismo esfuerzo: garantizar que las personas con autismo vivan una vida plena, con acceso a educación, empleo, recreación y respeto.
La combinación de infraestructura estatal, atención profesional y la fuerza de las familias organizadas apunta a un futuro donde la inclusión no sea un ideal, sino una realidad palpable en cada espacio: desde un consultorio terapéutico hasta una mesa de cafetería.
Texto y fotos: Andrea Segura/
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