La directora ejecutiva del Instituto Confucio de la Universidad Autónoma de Yucatán, Pamela Cristales Ancona, en son de broma comentó, que “aprender chino mandarín está en árabe”, pues sin duda representa un gran reto, ya que en 17 años de historia, se contabiliza el paso de 13 mil 500 alumnos, de los cuales, solo 300 han logrado graduarse.
“La parte más difícil es la escritura, porque se trata de caracteres. Lo primero es que te enseñan el nombre de los trazos, el orden, también a memorizar su sonido, ya que tienen una pronunciación tonal con significado diferente, pero además, dependiendo de los caracteres, la escritura puede ser de adentro hacia afuera, de arriba hacia abajo, de izquierda a derecha”, explicó la entrevistada.
Pero la compensación es muy grande para quienes lo logran, ya que gracias a lo aprendido, en la actualidad hay varios éxitos de yucatecos radicando en China, como un joven que vive en Shangai, y uno más que fue de los primeros graduados y que en la actualidad tiene una empresa comercializadora.
Ellos son motivo de inspiración, porque a pesar de lo complejo que puede resultar el chino mandarín, se mantiene un interés creciente en su aprendizaje, ya que es posible que alumnos que llevan un nivel intermedio, aspiren a ser parte de un campamento de verano en China.
Recientemente 26 estudiantes obtuvieron una beca del gobierno chino para estar tres semanas aprendiendo este idioma y haciendo actividades culturales para finalmente tener una semana más para conocer Beijing.
Respecto a qué es lo que motiva a los jóvenes a aprender el chino mandarín, Cristales Ancona, comentó que hay diferentes razones, como por ejemplo, que se enamoran de la cultura y quieren saber más, por lo que necesitan dominar más el idioma.
También porque aspiran a tener una ventaja competitiva en el mundo laboral. El gobierno chino ha impulsado mucho la enseñanza del idioma, y ofrece atractivas becas para que los chicos estudien licenciaturas, maestrías y doctorados en dicho país.
Texto y foto: Manuel Pool




