Rusia y Ucrania entienden a su manera el llamado plan de paz de Donald Trump: el Kremlin insiste en que es el borrador de 28 puntos, que el presidente estadunidense presentó la semana anterior y que, en opinión de expertos, se corresponde más con los intereses rusos; Kiev, en cambio, asegura que ese plan inicial ya se modificó en Ginebra y ahora consta de 19 puntos que le favorecen frente a las exigencias de Moscú.
Y para sembrar más confusión, ambos –rusos y ucranios– consideran que quedan “asuntos pendientes” y existe también una contraoferta europea al plan de Trump, que no es claro si se estudiará por separado o se integró parte de éste en el borrador elaborado en la ciudad suiza por estadunidenses y ucranios.
En este contexto, comienza esta semana en que todos los participantes de este enredo declaran que hay grandes avances hacia la paz, sin precisar en qué consisten.
El domingo, en Ginebra, al término de las conversaciones entre Estados Unidos y Ucrania, excluyendo a Rusia, los jefes de las delegaciones, Marco Rubio, secretario de Estado y consejero de seguridad nacional, y Andriy Yermak, jefe de la Oficina de la Presidencia, respectivamente, coincidieron en mostrarse “muy satisfechos” por los avances logrados.
Ayer, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, telefoneó a su colega de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, para decirle lo mismo que ya había comentado el viernes anterior, en una reunión del Consejo de Seguridad ruso: que el plan de paz de Trump, el de 28 puntos, le parecía una buena base para negociar un arreglo político de la “crisis de Ucrania” , aunque todavía había que “discutir” algunos puntos.
Casi a la misma hora, desde Kiev, el mandatario ucranio, Volodymir Zelensky, dio a conocer que en Ginebra “hemos logrado mantener sobre la mesa algunos puntos extremadamente sensibles” y ofreció seguir trabajando “con Estados Unidos y con nuestros socios europeos para buscar fórmulas de compromiso que refuercen, no que debiliten a Ucrania”.
La versión inicial del llamado plan de paz de Trump contenía líneas rojas que afectaban tanto a Ucrania como a Rusia, aunque –según analistas– más a Kiev que a Moscú. Ahora, parece que es al revés, pero en todo caso el Kremlin confía en que queda mucho por negociar y podrá revertir la situación.
Texto y foto: Agencias




