Salvador Castell-González
La semana pasada se celebró el Día de las Madres y no se me ocurre mejor manera de hacer lo mismo que haciendo un recuento evolutivo para que hoy podamos celebrar ese día.
Todo comenzó hace cerca de 4,200 millones años, cuando una pequeña molécula de ARN que se encontraba en un caldo rico en nutrientes por alguna extraña razón era capaz de copiarse dentro de una pequeña gota de proteínas y lípidos, que después de muchos ensayos formo la primera célula primitiva.
Mas adelante en la historia de la vida por azar o capricho hace cerca de 1,200 millones de años algunas algas unicelulares se formaron “dos tipos diferentes de células” muy similares y que de alguna manera formaron gametos (óvulos y espermatozoides) que se liberaban al ambiente acuático, y que se fusionaban entre ellos generando un organismo nuevo con información genética de al menos dos organismos parentales.
Cada nuevo organismo era expuesto a las inclemencias del ambiente y la competencia entre ellos y con otros organismos, donde sobreviven los mejor adaptados. Este proceso permite la eliminación de características genéticas debilitantes, lo que les confiere una ventaja evolutiva y adaptativa importante en comparación con los organismos asexuados, una de las más importantes razones por la cual se cree que la reproducción sexuada ha proliferado tanto hasta la actualidad.
Posteriormente, en esta historia de la vida inició ese proceso donde la fecundación es dentro de la madre, siendo los tiburones hace cerca de 400 millones de años, el primer grupo que presentó esta característica.
Mas adelante y la respuesta de que fue primero, el huevo o la gallina y la respuesta es el huevo. Los huevos aparecieron por primera vez en los reptiles hace aproximadamente 320 millones de años, eran huevos con cáscara, que eran depositados en un nido en la tierra, éste fue el primer paso a lo que hoy conocemos como un embarazo. Aunque los huevos aparecieron por primera vez en los anfibios como las ranas, no forman parte de nuestra historia evolutiva ya que son organismos de fecundación externa.
Hace unos 160 millones de años otro gran paso, la retención del cigoto, y no me refiero a una madre que no quiere soltar a su hijo, no, me refiero al paso evolutivo en donde el huevo sin cáscara fue retenido dentro del cuerpo de la madre, formando un puente directo con el sistema circulatorio de la hospedante con el cual se alimenta, es decir, la aparición de la placenta en los mamíferos.
Aunque hay una pregunta que todavía no podemos responder y que ha expresado genetista y biólogo británico John Maynard-Smith: “la existencia de los hombres simplemente no cuadra. Procrear hombres provoca que se desperdicie 50% de los recursos de una criatura viviente porque ellos no pueden reproducir descendencia”.
Y recuerden, es gracias a la división de sexos, la fecundación interna, a la retención del cigoto y la formación de la placenta que nos permiten hoy ver a nuestros pequeños crecer en el vientre de su madre. Feliz día de las madres.