Ángel Canul Escalante
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En una entrevista que tuvo lugar antes del arranque de la campaña presidencial en México, la candidata de izquierda Claudia Sheinbaum mencionó que, en caso de ganar, mandaría una propuesta de reforma que busque recuperar la consigna de la revolución mexicana “sufragio efectivo, no reelección”. Ya en pleno discurso de inicio de la campaña y en mítines posteriores se ha referido al tema y ha detallado que mediante una consulta popular se buscará saber qué opina el pueblo de México para que tanto diputados, senadores y presidentes municipales no puedan reelegirse más.
La reelección, aseguró la candidata, es culpa de la era neoliberal. Pienso y discrepo un poco al respecto. Le reelección es producto de una clase política podrida que entiende a la política y los cargos públicos como una carrera, una profesión a la cual uno puede dedicarse toda la vida. Con base a ello, el sistema se ha ido construyendo para que tal concepción pueda ser una realidad, así, tenemos que en las elecciones de 2024 más del 90% de los diputados y más del 80% de senadores del congreso de la unión, independientemente del partido al que pertenecieran, buscaban la reelección.
Hay evidencia de sobra para estar en contra de la reelección. Estudios de psicología social muestran cómo en promedio los funcionarios tienden más a corromperse cuanto más tiempo estén en dicho puesto. Así mismo, la rotación de quienes ostentan las sillas posibilita que la clase política no se convierta en una casta donde los puestos se conservan o se heredan, procurando así una representación más justa. Hoy en día seguimos siendogobernados por una gerontocracia. En México, el diputado promedio tiene 50 años, 20 años más que la edad promedio del mexicano, 30 años. Hay casos donde los legisladores tienen de más de 80 años y casos muy absurdos de 94 y 98 años (omitiré mencionar sus partidos y sus nombres). Considero que la reforma debe ser más ambiciosa y considerar también una edad de jubilación para los servidores públicos. Sin ello, el relevo generacional sigue siendo un discurso que cada vez se lo creen menos.
Eliminar la reelección también traería consigo un cambio cultural a nuestra forma de entender la política. Max Weber hace más de 100 años ya planteaba cómo la política tendría que ser concebida como una vocación, donde el ser funcionario público sería el privilegio en sí mismo, no el poder y el reconocimiento, sino la posibilidad de servir a los otros.
Desafortunadamente, para que tal reforma sea una realidad deberá ser aprobada precisamente por quienes saldrían afectados. Hoy cualquier político asentaría estar en contra de la reelección, siempre y cuando no aplique para él mismo. Por ello, la única forma que todo esto se vuelva una realidad es mediante el impulso que la ciudadanía le de al tema. No debe ser para menos, pues los cambios culturales siempre traen consigo cambios políticos. Nuestra responsabilidad será no soltar el tema en cuestión para que no termine siendo una promesa de campaña y caiga al olvido. “El poder solo tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás” es una poderosa afirmación de los valores que pueden guiar una nueva forma de hacer política.