Cómo afrontar una rotura del ligamento cruzado

Texto y foto: Agencias

Un ligamento es un conjunto de fibras de colágeno en forma de banda y cuya función es limitar el movimiento de la articulación para que no sobrepase los límites anatómicos y biomecánicos. La estabilidad de la rodilla está asegurada por cuatro ligamentos: los ligamentos cruzados anterior y posterior y los ligamentos laterales interno y externo.

La lesión más importante es la del ligamento cruzado anterior (LCA), cuya función es evitar que la tibia se desplace hacia delante con respecto al fémur. Este ligamento consta de dos estructuras que se cruzan en el interior de la rodilla y se encargan de unir la tibia con el fémur proporcionando estabilidad en los movimientos de extensión y flexión.

Como tratamiento inicial de una rotura de ligamento cruzado, los especialistas recomiendan evitar la hinchazón de la zona afectada con: reposo absoluto, aplicaciones de hielo los tres primeros días, entre 10 y 15 minutos cada dos horas, un vendaje para comprimir la rodilla, mantener la pierna elevada por encima del corazón, siempre que sea posible y utilizar apoyos al andar, como una muleta o un bastón, durante la primera semana.

La artroscopia, según los especialistas, es la mejor opción para abordar esta lesión, debido a que no es necesario abrir la articulación (se emplean instrumentos endoscópicos) y se produce menos dolor, rigidez e hinchazón. Además, la artroscopia disminuye el riesgo de sufrir complicaciones y el tiempo de hospitalización del deportista.

Entre las técnicas más utilizadas para tratar la rotura:

Autoinjertos. La opción más utilizada es la plastia de tendón de pata de ganso; zona de inserción tendinosa de los músculos semitendinoso y recto interno doblado sobre sí mismo. Todo el conjunto conforma una plastia muy consistente que se denomina “plastia a 4 bandas” debido a la disposición de los cuatro segmentos del tendón obtenido. Cabe destacar también la plastia de “hueso – tendón – hueso” obtenida del 1/3 central del tendón rotuliano, con sus correspondientes fragmentos óseos de polo inferior de rótula y tuberosidad tibial.

Aloinjertos. Consiste en la sustitución del ligamento lesionado mediante una plastia de sustitución de otra persona, normalmente un donante cadáver.

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