Carlos Hornelas
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Estamos a unos días de que Donald J. Trump tome posesión del cargo de presidente de los Estados Unidos de América por segunda ocasión, el próximo lunes 20 de enero. Todo mundo espera que a partir de esa fecha muchas cosas cambien, no solamente en ese país sino en el mundo entero.
Una de esas cosas puede ser la redefinición de ciertos polos de poder que se están experimentando con respecto a la relación entre China y Estados Unidos, la cual se ha movido pendularmente en los últimos años. La disputa abierta entre ambos por tener la supremacía a nivel global los ha llevado a una serie de frentes que mantienen abiertos desde distintos flancos.
Uno de ellos lo abrió, precisamente Trump en 2018 que con su lema “America First” empezó a tasar con aranceles diversos productos chinos y a imponer sanciones a empresas como Huawei, con el pretexto de la “seguridad nacional”. De seguir con esa política, la tensión entre ambos puede incrementarse y terminar con una guerra comercial arancelaria que puede afectar a cadenas de suministro y a la economía que llevan con el resto de sus socios comerciales.
Para contrarrestar la influencia china en lo comercial, EEUU ha frenado una serie de regulaciones en diversas áreas, incluida la Inteligencia artificial, con el fin de propiciar las condiciones para alentar la competencia entre las compañías que puedan hacer frente al desarrollo de la oferta de bienes y servicios chinos. Con lo que esto signifique en detrimento de los consumidores.
Asimismo, existe también una rivalidad tecnológica que abarca varios renglones, entre los más destacados se encuentra la Inteligencia Artificial, la ciberseguridad y la tecnología de telecomunicaciones. Desde hace algunos años, la empresa ByteDance, de origen chino y dueña de TikTok se ha visto envuelta en señalamientos de robo de datos y espionaje de sus usuarios por parte de varios países, especialmente EEUU.
Con la llegada de Trump se habla de la posible venta de la empresa a un consorcio norteamericano para poder seguir operando. Los rumores apuntan, desde luego a uno de los principales oligarcas aliados de Trump, el empresario multimillonario Elon Musk, dueño de Tesla.
Por otro lado, las incursiones no autorizadas a servidores y archivos de diversos departamentos del Estado en la Unión americana se han atribuido a hackers chinos quienes constantemente, se dice, exploran vulnerabilidades de cada sistema y su acción se ha intensificado en los últimos tiempos, haciendo de la ciberseguridad una de las prioridades de su sistema de defensa.
En lo que se refiere al plano geopolítico, ambos países han entrado en confrontación con respecto a la isla de Taiwán, que Estados Unidos dice que defendería y con la cual hay un compromiso firme y sobre la cual China continental tiene intereses desde hace algún tiempo. De hecho, ha construido islas artificiales y militarizado gran parte de esa región, a lo cual EEUU ha respondido a la escalada con vuelos de reconocimiento y ejercicios de operaciones militares. A este respecto, el próximo secretario de Defensa del gobierno de Trump ha declarado que buscará durante su encargo propiciar una “Cultura de guerra”, cualquier cosa que sus correligionarios entiendan por esto.
Otro punto de fricción es la situación de los Derechos humanos, que ha servido de bandera de los EEUU para señalar los excesos de China en la represión a los uigures y a los manifestantes en Hong Kong. La situación se pone tensa y queda ver el lugar que ambos tendrán en relación con Rusia, para completar el cuadro.