El director del Trío Ensueño, Diego Cocom, explica que, impresionado por su peculiar sonido, buscó a un laudero para que le fabricara uno y luego a un maestro para que le enseñara a tocarlo.
Un paseo musical por la década de los años 50 nos llevó a conocer al maestro Casiano González, un virtuoso del tololoche, instrumento que con gran esfuerzo se ha tratado de recuperar en la dotación musical de los tríos yucatecos.
Uno de los más entusiastas encargados de esta labor es el director del “Trío Ensueño”, el maestro Diego Cocom, quien platicó a Peninsular Punto Medio cómo se enamoró de este instrumento, y su encuentro con uno de sus fabricantes más excelsos en la capital yucateca, el desaparecido Rosendo Verdugo, laudero y propietario de la afamada tienda “Guitarras Yucatecas”
—Don Rosendo me comentó que el tololoche no se fabricaba desde hacia muchos años, sin embargo, le insistí en que buscara entre sus moldes antiguos para que me fabricara uno, le comenté que me gustaría que tuviese la evocación de las guitarras antiguas, con boca de carey, obviamente sin carey, ya paracho fabricaba material de imitación, y que los bordes estuvieran con esos detalles. Me dijo que era mejor simple, sin detalle, ya que según él, el tololoche no llevaba esos adornos. Debió haber sido tal mi deseo, que accedió a mi petición —recordó el maestro Cocom.
Para dar estabilidad al voluminoso instrumento, de la misma manera que el chelo, debía contar con una varilla metálica, que en este caso, mediante un mecanismo especial diseñado por un tornero amigo de don Rosendo, se guardaba por dentro, lo que evitó muchos problemas de manejo a su propietario durante su traslado y uso en los camiones.
—Ya teniendo el tololoche, me faltaba el maestro, y siempre ayudado en esas inquietantes aventuras juveniles por Roberto Mac-Swiney Salgado, encontré a Juan Tololoche (Juan Ku Bacab), quien amaba este instrumento y lo ejecutaba con un gusto exquisito, y fue el quien me pidió buscar al maestro Casiano González, quien la primera pregunta que me hizo fue: ¿Tienes tololoche? —recordó el entrevistado.
De aquel encuentro, Diego, recordó que el maestro Casiano, le platicó, que en una ocasión de manera accidental picó a un comensal con la Espiga de madera que tenía su tololoche y por eso dejó de usar ese implemento, que tanto trabajo dio adaptar al que le fabricó don Rosendo Verdugo. —De haberlo sabido antes —comentó el líder del Trío Ensueño, quien destacó la calidad humana que tenía el maestro Casiano.
—Sus enseñanzas fueron como las de un padre amoroso a su hijo, siempre me recordó del respeto que le debemos a los ancestros, de la manera como debemos comportarnos. Me hablaba con gran cariño de su maestro Pedro Hoil Calderón, quien en 1949, le enseñó a tocar el tololoche, así como de todos los que le enseñaron, y como eso le cambió la vida. Las clases eran historias de vivencias de trova increíbles, me pareció vivir sus tiempos con sus historias, recordando al gran Arturo Alcocer y su Conjunto “Los Montejo”, al conjunto Mérida, me habló de lo que llamaban la Ronda, de como se fijaron por primera vez los precios de las serenatas —recordó.
En el “Diccionario Popular de la Canción Yucateca” del maestro Luis Pérez sabido se menciona que el maestro Casiano González, nació el 5 de agosto de 1935 en Tekit, Yucatán. A los diez años Enrique Chin le enseñó a tocar la guitarra y fue parte del coro parroquial, donde el párroco Leoncio Barrera Rivera Vázquez, le dio sus primeras clases de solfeo. En 1950, ingresó a estudiar solfeo y armonía en Bellas Artes y 1956 ingresó al Trío los Montejo. También fue parte de la Orquesta Típica Yucalpetén y en 1964 participó con el Trío los Mayas.
—Cada quien guarda su luto a su manera, cada quien asume su pérdida en su tiempo y a unos días de haberse celebrado el día del maestro, vaya este recuerdo al gran Casiano González, el último del los grandes tololochistas, a quien recordamos siempre con su tema “Eres cual la Flor” —concluyó.
A continuación una de las anécdotas que platicaba don Casiano:
Un trovador de la plaza grande que se lamentaba porque llamaban a todos, uno por uno al teléfono común de la plaza (como el teléfono que tenían los taxistas antes) y a ese trovador nadie lo llamaba, y se le ocurrió decir, a todos llaman y a mí no me hablan ni para insultarme. Un taxista alcanzó a escuchar eso y fue a otro teléfono de la plaza para llamarlo y preguntar por él, otro trovador contestó y lo llamó, fulanoooo te llamaaan!!! (Nunca recordaba el nombre del trovador), él regresó contento y contestó el teléfono buenoo! y la voz le dijo.. eres fulano de tal? sí, ¿en que puedo servirle?… A lo que el taxista bromista lo insultó.
Texto: Manuel Pool
Foto: Cortesía