Ochenta años después del estallido de la Segunda Guerra Mundial, el mayor conflicto bélico de la historia con más de 40 millones de muertos, Alemania pidió perdón a las víctimas. En los actos de conmemoración de la invasión de Polonia, el presidente anfitrión, Andrzej Duda, elevó el tono contra Rusia —sin nombrarla— al advertir sobre “el retorno de las tendencias imperialistas en Europa”, en referencia a las operaciones militares en Georgia y Ucrania. Vladímir Putin se ha convertido en el gran ausente al no haber sido invitado a la efeméride. Tres décadas después de la caída del comunismo, Moscú todavía es visto como una amenaza en la zona, especialmente desde la anexión ilegal de Crimea en 2014.
“Sabéis que eso es lo que está sucediendo: en 2008, Georgia, en 2014, Ucrania, hasta hoy, fronteras desplazadas, ocupación, prisioneros de guerra, provocaciones militares”, afirmó el líder polaco durante su discurso en el acto principal celebrado en la plaza varsoviana de Pilsudski, donde se encuentra la tumba del soldado desconocido, construida sobre los cimientos del palacio real Sajón, que fue destruido durante la guerra.
“Nunca más se puede volver a repetir”, añadió sobre la ocupación nazi. “Por eso debemos recordar. Sacar conclusiones de estos hechos”, afirmó Duda. Durante la ceremonia, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, que intervino en sustitución de Donald Trump, aludió al compromiso de los países miembros de la OTAN a dedicar el 2% de su producto interior bruto a defensa. “EU y Polonia seguirán estando con todos nuestros aliados para nuestra defensa común. EU y Polonia también seguiremos pidiendo a nuestros aliados que cumplan las promesas que nos hicimos. Porque el pueblo estadounidense y el polaco sabemos que una alianza fuerte de países libres, soberanos e independientes es la mejor defensa de nuestras libertades ahora y siempre”, afirmó. En este sentido, el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, reconoció que “Alemania debe contribuir más a la defensa de Europa”, pero recalcó que su país está “comprometido” con el “objetivo común” de “preservar lo que nos une en un mundo lleno de convulsiones”.
La canciller alemana, Angela Merkel, ha estado presente en el acto de Varsovia, donde la delegación española fue encabezada por el ministro de Exteriores en funciones, Josep Borrell y el presidente del Senado, Manuel Cruz.
“Rindo homenaje a las víctimas del ataque a Wielun. Rindo homenaje a las víctimas polacas de la tiranía alemana y les pido perdón”, afirmó a primera hora del día el presidente alemán en esta localidad del centro del país. Junto a él, Duda señaló que su presencia era una forma de “compensación moral”.
Aquel 1 de septiembre de 1939 los ataques comenzaron poco antes de las cinco de la mañana con los bombardeos aéreos a la localidad de Wielun, de unos 16,000 habitantes. La ciudad quedó arrasada y un 10% de la población murió. Casi de forma simultánea, otra ofensiva, esta vez naval, se llevaba a cabo contra la fortificación militar de Westerplatte, en la costa del Báltico, símbolo hoy de la resistencia polaca, donde también se han celebrado homenajes.
Hasta el ataque a Wielun “la aviación siempre había sido utilizada como un apoyo de la infantería y para eliminación de objetivos militares, aunque pudiesen darse daños colaterales civiles. Sin embargo, esta vez, el objetivo fue la población civil”, explicó José Luis Orella, profesor titular de Historia Contemporánea de la Universidad CEU San Pablo. “El bombardeo producía dos efectos. Por un lado, la demostración de fuerza aniquiladora y por el otro, un éxodo de la población en busca de refugios seguros en las zonas rurales, abandonando los centros urbanos más cercanos a la frontera, donde se estabilizarían los frentes. Esta salida masiva colapsó todas las comunicaciones e impidió a las unidades militares propias movilizarse en su defensa”, comentó el académico.
Para el historiador polaco Pawel Skibinski el 1 de septiembre “recuerda el trauma de la aniquilación de una quinta parte de la población del país”. Unos seis millones de polacos perdieron la vida durante el conflicto, la mitad de ellos judíos. “No contamos, entre los historiadores, otras víctimas como los ciudadanos polacos de nacionalidad bielorrusa o ucraniana que se apropió la URSS como sus propias bajas”, explicó en conversación telefónica.
El conflicto bélico dejó además un país en ruinas cuya reconstrucción llevó décadas.
Texto y fotos: Agencia/EFE