El brujo y la Santa Muerte
Cuando Enriqueta Novelo colocó ese primer altar en el barrio bravo de Tepito, la muerte ya era santa para miles mucho tiempo atrás.
De acuerdo con la agencia EFE, el culto a esta deidad se remonta a 1795, en un poblado del Estado de México, donde indígenas adoraban a un esqueleto.
Sin embargo, no era un culto público: rezarle a la “Niña Blanca” —como también se le conoce— siempre fue algo oculto, secreto, oscuro. Fue allá por 1940 —continúa EFE— cuando la de la túnica negra comenzó a ver la luz de la calle en los barrios más populares del centro del país.
En Yucatán es difícil rastrear los orígenes de estos fervores. Lo cierto es que una vez que don Raúl Sánchez, quien administra un local de imágenes religiosas, colocó una Santa Muerte de metro y medio de cara a uno de los pasillos del Lucas de Gálvez, veladoras, monedas y flores no tardaron en aparecer. Al principio, la idea era venderla, y aunque nadie la compró, mujeres y hombres de todas las edades adoptaron su sonrisa huesuda. No pocos la llaman madre.
Oscurece más temprano este jueves. La lluvia arrecia ya sentados junto a don Raúl. Basta alzar la mirada y recorrer los anaqueles para atestiguar un mestizaje de creencias: entre el Divino Niño y un san Judas Tadeo, convive la imagen del diablo.
—Hay gente que te lo pide. Éste es un encargo que me tienen hecho. (hay gente que lo pide) porque lo adora. Ése es para la magia negra. Él viene siendo todo lo contrario de la Santa Muerte. Ella es buena, pero depende como tú la trabajes […] —refirió don Raúl, al cuestionarle sobre la presencia, junto a la cruz verde del Hanal Pixán, de la estatua del ser maligno rojo escarlata y miembro erecto.
Experimentado brujo, Sánchez Dzul deposita su fe en la “Niña Blanca”, la cual, según narra, se habría desterrado del cielo. —Ella es un arcángel y se llama Azrael. Le decimos muerte porque la vemos así. Lo que ella veía es que, cuando la gente moría, sean buenos o malos, los demonios los jalaban. Entonces, ella qué hizo: se desterró para estar entre nosotros, porque si tú te das cuenta, ella no te mata. ¿Por qué se le dice Santa? Porque hace la voluntad del Señor —argumentó.
Don Raúl confirmó lo que ya se sabe: el número de fieles que piden la protección de la “Niña Blanca” crece con fuerza. Lo que antes fue un secreto, hoy retumba.
—Últimamente ya se oye, porque esto ya tiene muchos años. Lo que pasa es que era muy guardado. Yo desde que tengo uso de razón, he visto que mi mamá la ha trabajado, la ha vendido — reconoció.
Además, sostiene que la deidad de la guadaña puede hacer trabajos tanto para el bien como para el mal. También depende el color con el cual se tiña la túnica.
Él lo explicó señalando los colores de una veladora que también lleva la imagen de la deidad de la guadaña: —El blanco es salud; el rojo es el amor, y no sólo de hombre a mujer, también puede ser entre familia, como le digo, a veces, por envidia, te trabajan, y el rojo puede devolver en la familia la paz y la tranquilidad; el amarillo, para que no te falte el dinero; el morado es para invertir la maldad […] con ello te va a llegar salud, trabajo (de lo que te deseen mal) ocurrirá al revés; el azul es fortaleza; el verde es para que nunca te falte trabajo; y el naranja viene siendo como el amarillo: dinero, prosperidad; el negro depende de lo que tú vayas a trabajar: puede ser para el bien o para el mal —explicó.
Blanca o negra, ya se sabe que la brujería puede servir para curar o enfermar, alegrar o sufrir, amarrar lo torcido o rehacer lo que estaba deshecho. Sólo se trata de creer.
Cuevas o cenotes, grutas o montes, cementerios o casas. Distintos lugares pueden servir para practicar hechicería, un oficio algunos aprendieron a través de sus abuelos y que ofrece revelaciones profundas a través del sueño, de acuerdo con don Raúl, quien practica limpias con el huevo y la ruda.
Así, a lo largo de sus años en el oficio, recordó cuando debió deshacer el trabajo que una madre ordenó sobre su propio hijo.
Como ése, confesó, ha atendido varios casos.
—Me han querido hacer maldad, pero ella (mira hacia la imagen de la Santa Muerte) me avisa, por sueños […] ella te previene de lo que pueda pasar”, aseguró. (continuará)
Texto: Alejandro Fitzmaurice
Investigación: Manuel Pool/ Alejandro Fitzmaurice
Fotos: Cortesía