Con un alza de 720 pesos en el precio por tonelada de la harina de maíz, inician el 2018 los industriales de la masa y la tortilla en Yucatán. Su líder Luis Antonio Quijano López dijo que por el momento los socios de la cámara absorben los aumentos, que incluyen también el transporte de la materia prima, que pasó de 230 a 270 pesos por tonelada de producto.
“El precio de la tortilla esta entre los 16 y 18 pesos, y el de la masa de entre los 12 a 14 pesos”, explicó el dirigente, quien comentó que en la actualidad el 70 por ciento de los molineros del estado recurren a la harina de maíz para elaborar su producto porque no necesitan cocer, lavar y molerlo para procesarlo, ya que basta mezclar con agua para meterlo a la revolvedora.
En cuanto al precio de la tonelada de maíz, dijo que el de origen sinaloense, se cotiza en 5 mil 300 pesos la tonelada, mientras que el campechano se consigue en el mercado a 4 mil 600 pesos.
“La diferencia de lo que nos ahorramos usando maíz, se va en el costo del gas, por eso la mayoría trabaja la Maseca”, indicó.
Quijano López, dijo que en los festejos navideños, las ventas bajaron en un 20 por ciento, aunque la venta de las tostadas han representado un verdadero alivio para la economía de los molineros, que en el caso de los afiliados a la Cámara, en la actualidad son 680 en Mérida y mil 200 en el interior del estado.
Ante estas condiciones en las que hasta en contra tienen la competencia de moto repartidores que los mismos socios emplean y surten con la intención de aumentar sus ventas, aunque reduzcan sus ganancias, unos 150 establecimientos del ramo cerraron ya sus puertas en el año que recién concluyó.
“También abrieron otros nuevos, pero nadie debería de estar pasando por estos apuros, que podrían desaparecer si se regulara o se eliminara la presencia de los repartidores, que hoy el 90 por ciento de los socios tienen y que afectan a sus compañeros de manera importante”, señaló.
Recordó que muchos de los socios se quejan de que tienen que gastar en el pago de la moto, que sacaron a crédito, en la gasolina y hasta en las pinchadas de llanta, sin contar con el riesgo que corren los empleados ya que los seguros condicionan su aplicación a los repartidores, y cuando ocurre algún accidente son los propios socios los que tienen que hacerse cargo de los gastos que se generan.
“A pesar de eso, nos topamos con que hay muchos malos empleados que hasta terminan por desaparecer con todo y moto”, puntualizó.
Texto: Manuel Pool
Foto: Gabriela Cortés