Siempre escuché de uno de mis maestros de guionismo que todas las historias ya ha sido contadas, y que aun así valía la pena contarlas, agregando un plus. Muchas veces no es lo que se cuenta sino cómo se cuenta.
En el amplio catálogo de géneros del audiovisual destaca uno en particular, que busca entretener haciendo pasarse por hechos reales. El falso documental fue el género que inmortalizó películas como “Holocausto caníbal” o “El proyecto de la bruja de Blair”, pero hoy no vamos a hablar de ninguna de ellas.
En vez de eso hablaré de American Vandal, una serie de falso documental estrenada el 15 de septiembre de 2017 y que hace unas semanas recibió su segunda temporada en Netflix.
American Vandal es una sátira al género documental, con un guion brillante y una premisa absurda, tanto así que es probable que sólo leyendo la sinopsis esta no sea atractiva o que proyecte una idea equivocada acerca de la serie.
La primera temporada nos cuenta la historia de Dylan Maxxwell, un estudiante acusado de vandalizar 27 autos con imágenes de penes. Sin embargo, alguien cree en su inocencia. El club de cine de la escuela pretende averiguar qué hay detrás de esta broma.
Lo que a simple vista puede verse como un chiste largo para quinceañeros, se convierte en una serie que vale la pena ver. Pero ¿qué es lo brillante de American Vandal?
La sátira está bien hecha, la dirección de personajes es impecable, las actuaciones son bastante buenas y el humor no es barato. Su comedia es inteligente, no utiliza el arte del pastelazo, pero sí el del guion bien pensado. No oculta para nada que es una sátira. Y lo que empieza siendo una parodia documental se transforma en un thriller y en un interés genuino en el espectador intentando descifrar si Dylan Maxxwell es culpable.
Aprovecha sus posibilidades con los personajes y retrata con bastante acierto la forma en la que interactúan los adolescentes de hoy en día, además de aprovechar el impacto de las redes sociales en la vida de éstos.
Su tono documental hace recordar a otras series como “Making a Murderer”, y permite la inmersión total que únicamente se pierde cuando los créditos finales salen en pantalla.
Si alguna vez pudiera elegir que me mintieran, me gustaría que fuera como en American Vandal.




