Ángel S.C., de 20 años de edad, es conocido en la Plaza Grande por conservar su sonrisa en el rostro, por el respeto a los adultos y por su amabilidad a la hora de pedirle un favor.
Para muchos, la condición con retraso del joven pasa a segundo término, pues lo que realmente les importa son sus sentimientos. “Hay quienes al darse cuenta de mi discapacidad se burlan. Trato de no enojarme ni sentirme mal, al contrario, soy yo el tolerante”, comentó.
Desde que tiene uso de razón, Ángel se ha enfrentado a diversas complicaciones, las más fuerte sucedió hace un año, cuando su padre Miguel murió por un infarto.
“Estaba en el trabajo cuando me informaron que mi papá sufrió un paro cardíaco, del cual nunca se recuperó. Desde entonces entendí que debía de seguir para adelante”, manifestó.
Tras la pérdida del hombre de la casa, la ahora viuda cayó en depresión. Ángel entendió que de nada sirvieron las lamentaciones y se mentalizó en la importancia de conseguir el sustento económico.
Hoy día, el joven labora en el ayuntamiento de Mérida de manera eventual. “No tengo base, ganó $2,000 quincenales. Trabajo de 7 de la mañana a 5 de la tarde, de lunes a viernes”, comentó.
“Mi sueldo es de mucha ayuda para mí y mi mamá, pero me gustaría trabajar en una empresa en la que tenga mis prestaciones de ley para que en un futuro pueda tener mi propio patrimonio”, abundó.
Ángel intentó en varias ocasiones buscar trabajo en el sector privado, pero se topó con varios inconvenientes, como la firma de su tutor, a pesar de que es mayor de edad, en la que se hace responsable o que la preparación académica para desempeñarse en el puesto a cubrir no es suficiente, a pesar de que tiene el certificado de secundaria.
“Quizás un problema sea que carezco del frenillo (lingual corto) –abrió la boca para señalar con dedo la anquiloglosia en el paladar– eso hace que muy pocos entiendan lo que digo”, señaló.
“También me perjudica que tardo más en hacer las cosas que los demás. No puedo enojarme con ellos ni conmigo mismo, es una condición que tendré durante el resto de mi vida, así que más vale verlo todo con calma”, abundó.
“El padrino”, como se identifica un adulto que cuida y aconseja al joven, comentó que sería muy grato para Ángel recibir la ayuda para que pueda vincularse en el ámbito laboral.
“No pide apoyo de despensas o asistencia paternalista a las que acostumbran los gobiernos, Ángel pide la orientación para que pueda capacitarse y conseguir un empleo con las prestaciones de ley, porque es un chavo muy capaz, inteligente y de buen corazón”, abundó el entrevistado, quien pidió quedarse en el anonimato.
Reconoció que no es lástima lo que siente por el joven, sino misericordia. “Cuando quedó huérfano de padre, estaba como un barco a la deriva. No pude cerrar los ojos y hacer como que nada pasaba, pues lo conozco desde muy pequeño y tenía ayudarlo a salir de esa situación dolorosa”, dijo.
Aunque el panorama resulté complicado, Ángel no pierde las emperezas de cumplir su sueño de laborar en una tienda de conveniencia o como despachador en una gasolinera.
Otras de las habilidades adquiridas en el Centro de Atención Múltiple son la de carpintero, panadero y repostero.
Los días que no trabaja en la Comuna, los utiliza para hacer algunos mandados y ganarse su gastada.
–Irbin Flores Palomino