Mario Barghomz
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Suele pensarse (y es que en la mayoría de los casos realmente así es) que la gente mayor prefiere oír la música -como dicen- “de su generación” y no la actual. Obviamente existe en ello un patrón en el gusto por despreciar todo lo que sea nuevo, que se oiga distinto o que no pertenezca a su pasado, a “su época”. Es una manera en que el cerebro responde al desgaste neuronal, reforzando la nostalgia en ausencia del flujo dopamínico.
En lo particular debo decir que no es mi caso, ni siquiera excepcionalmente. Me pasa con los clásicos que luego de haberlos escuchado por 50 años, hoy suelo descansar mucho de ellos; de las polonesas y los nocturnos de Chopin, las sonatas de Beethoven, las sinfonías de Mozart, los conciertos de Brandeburgo de Bach, y todos los etcéteras que aquí quepan.
En música lo que más me encanta y prefiero es lo que jamás he escuchado. Por supuesto, mientras considere que está bien hecho, que no sea sólo moda o producto de una mercadotecnia barata para oídos muy primitivos, poco educados o sensibles al placer de escuchar.
Pero sin duda es irónico (y por ello escribo este artículo) cuando una banda de “viejitos” como The Rolling Stones, lideran hoy la preferencia mundial tocando cosas que uno supondría ya no podrían crear. Deberían ser los jóvenes (me refiero a los millennials) los que tendrían que estar haciendo cosas nuevas (pero en serio, hablando de arte musical), creando, innovando, dando de qué hablar al mundo en el terreno del arte musical.
The Rolling Stones es una banda (la banda de rock más longeva del mundo desde su origen, 1962) que fue joven hace más de 50 años. Y hoy sigue dando ejemplo, a su edad, de vigor y creatividad, de novedad y excelencia artística. Los Stones siguen siendo liderados por “Sir” Mick Jagger (80 años), eterno líder de la banda, junto a su también eterno compañero de guitarra Keith Richards (79 años), y que en sus primeros tiempos se distinguieron por ser los chicos malos y rebeldes de la ola musical inglesa.
Hoy tanto Mick como Keith parecen haber entendido no sólo lo que por sentado ya entendían, sino aquello que los haría perdurar en el tiempo y que mucho tiene que ver no sólo con el arte de hacer música, sino con el arte de vivir. Lo que los ha convertido además de ser las grandes figuras musicales que son, en los representantes naturales de humanos activos con un alto grado de salud y bienestar.
Luego de la muerte de su baterista Charly Watts (2021), todos creíamos que era el fin de la banda. Ya antes había muerto también Brian Jones (1969) y algunos años después Bylli Wiman (bajista) saldría del grupo (1993). Pero con la entrada en 1975 de Ronnie Wood, la banda se mantuvo y siguió creando, haciendo giras y dando mucho de qué hablar.
El ejemplo de su vigencia actual es el nuevo disco que sacarán en octubre 20, titulado “Hackney Diamons”, de donde ya han desprendido el sencillo “Angry”, presentado hace poco en Inglaterra (y ante el mundo) y que puede escucharse ya en varias plataformas y verse también como video.
Angry es una pieza que no sólo representa el sencillo y quizá la principal canción de su disco (ya veremos); sino una canción extraordinaria que rescata y mantiene el estilo puro y emblemático de The Rolling Stones. Angry conjuga muy bien el tono y ritmo de viejos tiempos, pero en un estilo (el de los Stones) de tempo-ritmo muy acorde a la actualidad.
Quizá una banda de chicos de entre 17 y 20 años, hubieran creado esta canción muy propia de su generación. Sin embargo, la juventud actual (musicalmente hablando) parece cada vez más alejada de un arte contaminado de poco genio y mal gusto. Hablamos de una música actual que debería ser más consistente y bella en su estructura matemática, con armonías que respondan luego a su permanencia en el tiempo, a la belleza de su legado y su atemporalidad.
Quizá no sea el caso de Angry en el tiempo. Pero será (ya es) lo que revela y renueva la presencia aún vigente de sus “satánicas majestades”.