La señora María del Carmen Mengual Cambranis cumplió ayer 16 de julio, 101 años y previo al festejo que hoy le organiza Rafael Pinto Ontiveros y sus compañeros de la estancia “La Felicidad Comienza”, con gran lucidez platicó con el equipo de Punto Medio acerca del cariño que siente por Mérida, ciudad a la que llegó cuando era una bebé y en la que disfrutó viajar con su madre en tranvía, de aquellos días de fiesta en el Barrio de Santiago, donde se deleitó con las grandes figuras del teatro regional yucateco, como Daniel “Chino” Herrera y sus hermanitos Mario y Fernando que en sus gustadas tandas arrancaban la risa de los presentes que disfrutaban de aquellas funciones que costaban unos cuantos centavos.
-Fueron muy buenos artistas que te hacían reír hasta el cansancio– recordó mamá Carmita, quien en su plática nos llevó de paseo a aquella Mérida de la década de los años treinta. -Me gustaba cantar, era muy buena para aprenderme las canciones que estaban de moda, las que escuchaba cuando mi papá las tocaba en el fonógrafo. En esa época ni siquiera teníamos radio– dijo la entrevistada.
-Me siento bien, creo que porque de chica comía mucho pescado no me he enfermado más que de catarro. A mi papá le gustaba ir a pescar a Progreso; desde que estaba en Campeche tenía su barco. Recuerdo cómo mi mamá y mis hermanas preparaban lo que papá traía del mar– señaló mamá Carmita, quien con cariño recordó a sus cuatro hermanos, dos mujeres y dos varones y en especial a Olga, la menor de la familia.
-Yo nací en Campeche, (la trajeron de bebé y aquí la inscribieron en el registro civil), y crecí por este rumbo de Santiago, primero llegamos al Centro Campechano, donde vivimos un tiempo, luego a cinco cuadras de aquí mi papá compro su casa, y cuando me casé a los 18 años, vine a vivir a esta casa, que era de mi suegra. Ella nos cedió un pedazo de terreno, donde mi esposo, Elio Estrella Pantoja, me construyó mi casa, y aquí sigo muy contenta– explicó la abuelita, quien durante la entrevista estuvo acompañada de su hija, la maestra Silvia, quien recordó una anécdota que del pendiente que la festejada, tenía para cuidar de ella, que en ese entonces era recién graduada y fue asignada a una población de Tabasco.
-Ella me llevó hasta el pueblito, que se llama Zanapa Segunda Sección en Huimanguillo, Tabasco. Me acomodó en la casa de una familia y cada determinado tiempo viajaba para verme. En una ocasión me avisaron que estaba yendo para allá y salí a buscarla, pero pasó el tiempo y no llegaba, hasta que apareció un vaquero que me dijo que se equivocó de camino y se fue a San Andrés, donde solo había ganado. Con el miedo que tenía se metió casi a la orilla del río donde había mucha hojarasca, así que o le picaba una víbora o se resbalaba, pero su amor de madre pudo más que todo– recordó con cariño la maestra.
Texto: Manuel Pool Moguel
Fotos: Luis Payán