El arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, recordó que ayer se celebró la Jornada Mundial 110 del Migrante y del Refugiado, y el lema que escogió el Papa Francisco para esta jornada es: “Dios camina con su pueblo”.
Explicó que es posible ver en los emigrantes de nuestro tiempo, como en los de todas las épocas, una imagen viva del pueblo de Dios en camino hacia la patria eterna.
“Sus viajes de esperanza nos recuerdan que ‘nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo (Flp 3,20)’”, indicó.
También el Romano Pontífice en su mensaje: “Muchos emigrantes experimentan a Dios como compañero de viaje, guía y ancla de salvación. Se encomiendan a Él antes de partir y a Él acuden en situaciones de necesidad. En Él buscan consuelo en los momentos de desesperación. Gracias a Él, hay buenos samaritanos en el camino. A Él, en la oración, confían sus esperanzas. Imaginemos cuántas biblias, evangelios, libros de oraciones y rosarios acompañan a los emigrantes en sus viajes a través de desiertos, ríos y mares, y de las fronteras de todos los continentes”.
“Por eso, el encuentro con el migrante, como con cada hermano y hermana necesitados, es también un encuentro con Cristo. Nos lo dijo Él mismo. Es Él quien llama a nuestra puerta hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo y encarcelado, pidiendo que lo encontremos y ayudemos”, fue el mensaje del Papa Francisco, por la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado).
“¡Ah, porque casi todos los migrantes son creyentes en Cristo! aunque pertenezcan a distintas iglesias. Los miles de migrantes atorados en la frontera sur o norte de México son en general gente sencilla que se siente escandalizada por el rechazo, el odio y la indiferencia del común de la gente y, por supuesto, de los gobiernos de los pueblos por donde van pasando. Con esas actitudes podemos llevarlos a alimentar resentimientos o incluso inducirlos hasta el robo en su desesperación por tener el pan de cada día”, detalló.
Abundó que bendito sea Dios, que la caridad cristiana que los migrantes encuentran en nuestra Iglesia y en otras iglesias, no es la única muestra de fraternidad que ellos reciben en su camino, porque existen muchos buenos samaritanos y samaritanas (como las matronas), que a su paso les ofrecen tan siquiera un vaso de agua. Si todos hiciéramos lo mismo, no sería tan difícil la tarea de servir a Cristo en los migrantes y refugiados.
Mencionó que la celebración de esta jornada ayuda a entender como pueblo de Dios que peregrina por este mundo hacia su reino, teniendo en cuenta que Dios camina con nosotros, en medio de nosotros. Que todos tengamos una actitud y comportamiento verdaderamente cristianos hacia los migrantes.
Texto y foto: Darwin Ail