El arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, pidió a los fieles prudencia y evitar hablar de religión y política en ambientes que pueden resultar adversos y en los que se pueda generar polémica.
En la homilía en la catedral de San Ildefonso, indicó que, si alguien de buena manera pregunta, hemos de tener valor y claridad mental para explicar las razones de nuestra esperanza; porque, aunque superan la inteligencia, estas razones no son contrarias a la misma. San Pedro dice algo más: “Pero háganlo con sencillez y respeto y estando en paz con su conciencia” (1 Pe 3, 16).
Explicó que lo que san Pedro dice en la segunda lectura de este domingo, tomado de su Primera Carta, es muy iluminador para el caso de cualquiera de nosotros que sufra a causa de hacer el bien. Dice Pedro: “Pues mejor es padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal” (1 Pe 3, 17).
Señaló que “estamos a una semana de celebrar la Ascensión del Señor, y a dos semanas de celebrar la solemnidad de Pentecostés. Por eso es oportuno el texto del Libro de los Hechos de los Apóstoles, que nos presenta el relato de la excelente obra evangelizadora que Dios iba realizando con el ministerio del diácono Felipe en Samaria, cuya predicación venía acompañada de grandes milagros, como la curación de paralíticos y de otros enfermos, todo lo cual despertó una gran alegría en aquella ciudad”.
Explicó que luego vinieron los apóstoles Pedro y Juan para completar la misión de Felipe, e impusieron las manos a los que ya habían sido bautizados, para que recibieran al Espíritu Santo. “Este es el primer testimonio del sacramento de la Confirmación, conferido por separado del Bautismo. Hasta el presente, sucede del mismo modo, los sucesores de los apóstoles, que somos los obispos, acudimos a cada parroquia para imponer las manos a los bautizados y así reciban al Santo Espíritu. En algunos casos, además, hay jóvenes y adultos que acuden a la Santa Iglesia Catedral para ser confirmados”.
Comentó que, en el santo evangelio, según san Juan, continuamos en el ambiente de la Última Cena, en la cual Jesús abunda en enseñanzas para sus discípulos, y en despedidas que ellos no entienden. En este contexto, Jesús les promete lo siguiente: “Si me aman, cumplirán mis mandamientos; yo le rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito, para que esté siempre con ustedes, el Espíritu de la verdad” (Jn 14, 15-17). Esta palabra “paráclito”, se refiere al Espíritu Santo, y proviene del griego. Ha sido variadamente traducida como “abogado”, “intercesor”, “maestro”, “ayudante”, “consolador”, y ciertamente es un concepto muy rico que incluye todas esas atribuciones.
Dijo que hay muchos que en lugar del “Espíritu de la verdad” prefieren el espíritu de la apariencia, es decir, todo lo que los haga quedar bien, o peor aún, prefieren el espíritu de la mentira, cuyo expositor es el diablo, quien desde el paraíso engañó a nuestros primeros padres.
Señaló que lamentablemente hoy sigue engañándonos e invitándonos a engañar, y así hay muchos que están convencidos de que se vale mentir, con tal de salir bien librado. “Un buen cristiano se deja conducir siempre por el Espíritu de la verdad. No confundamos las mentiras piadosas con las mentiras mañosas: las mentiras piadosas se las decimos a un enfermo, a un anciano, a un niño, para que no sufra; mientras que las mentiras mañosas son las que se dicen para quedar bien o para sacar provecho del prójimo”.
Recalcó Jesús se va despidiendo y prometiendo que volverá. Además, les declara una verdad que es valiosísima también para cada uno de nosotros.
Al término de la homilía, felicitó a los maestros y maestras, que hoy celebran su día. “El Señor les conceda realizar con fortaleza y sabiduría la misión de educar a los pequeños y a los jóvenes, que él mismo les encomienda”.
Texto y foto: Darwin Ail