El arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, declaró que los católicos están llamados a manifestar su ser de cristianos y a no esconder esta identidad.
“No seamos cristianos católicos vergonzantes, de los que tienen miedo a manifestar su fe y esperanza. Hoy se necesitan testimonios valientes y propositivos para el bien común. Seamos conscientes de nuestro ser de cristianos y de todo lo que esto nos implica”, aseveró.
Indicó que pidan al Señor que nos ayude a reconocer en cada prójimo, rico o pobre, hombre o mujer, pequeño o grande, instruido o ignorante, la manifestación de su condición de hijo de Dios y, por lo tanto, la manifestación de su dignidad humana.
Por otra parte, a todos los niños y jóvenes estudiantes, les deseó un feliz y exitoso segundo semestre en los colegios.
Recordó que después de la solemnidad de la Navidad y su octava, hemos recorrido la segunda parte de este tiempo en dos etapas: antes y después de la Epifanía. Esta palabra significa “manifestación”, considerando que el 6 de enero la Epifanía es la Navidad para los pueblos orientales, representados en los tres Reyes Magos.
Además, indicó, que este tiempo nos trae la presencia de otras epifanías: la del momento del Bautismo de Cristo y la de las bodas de Caná, en donde por primera vez Jesús manifestó su poder ante sus discípulos, por intercesión de María.
-El mismo Juan Bautista fue anunciado por los profetas, con palabras semejantes a las que hoy dice el profeta Isaías en la primera lectura: “Una voz clama: ‘Preparen el camino del Señor’… Anuncia a los ciudadanos de Judá: ‘Aquí está su Dios. Aquí llega el Señor… Como pastor apacentará su rebaño’” (Is 40, 1-5. 9-11). Todo esto se cumplió cuando Juan comenzó a predicar en el desierto -aseguró.
Detalló que Juan bautizó a Jesús en el Jordán. En su Bautismo, el Nazareno manifestó su divinidad al ser señalado por la voz del Padre y por el Espíritu Santo que desciende sobre él en forma de paloma. Es la primera manifestación de la Santísima Trinidad. El Espíritu bajó sobre él, por eso desde entonces será reconocido como “el Cristo”, es decir, “el ungido”, ya que eso significa esa palabra.
-La palabra “Cristo” es de origen griego, mientras que la palabra “Mesías” es de origen hebreo, pero tiene el mismo significado: el elegido, el consagrado, el ungido, no con aceite sino con el Santo Espíritu. La voz del Padre resonó aquel día del bautismo del Señor con toda claridad diciendo: “Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco” (Lc 3, 22). El primer hombre, Adán, por su desobediencia, no fue de la complacencia del Padre. Tuvo que venir su eterno Hijo a encarnarse como nuevo Adán en el seno de la Virgen María, para que sólo en él encontrara en el Padre toda su complacencia -dijo.
Indicó que, por nuestro Bautismo, hemos sido destinados a conformarnos con el nuevo Adán. “Podemos cada uno de nosotros complacer al Padre en la medida en que nos asemejemos al nuevo Adán. La Iglesia santa incorpora a sus hijos por el Bautismo, para que vivan complaciendo a Dios en todo lo que piensan, dicen y hacen, dando el título de santos a todos aquellos y aquellas que han complacido al Padre celestial de manera significativa, extraordinaria y ejemplar para todos, siguiendo el modelo perfecto del nuevo Adán”, enfatizó.
Puntualizó que los bautismos de Juan, así como de otros predicadores y bautistas, no eran el rito formal de pertenencia al pueblo de Israel, sino un signo de arrepentimiento de quienes buscaban significar su purificación. Sólo después de la resurrección de Cristo y del nacimiento de la Iglesia, el Bautismo se convierte para todos, hombres y mujeres, en el signo de inserción en la Iglesia, Cuerpo de Cristo.
Texto y foto: Darwin Ail