Así era la vida en los municipios yucatecos, nos cuenta Cornelio Mena

Si en la actualidad se piensa que la vida en el interior del estado es difícil con sueldos semanales de máximo 400 o 500 pesos, como el que gana, por ejemplo, un ayudante de tortillería, no hay comparación con tiempos pasados, cuando la situación económica era crítica, ya que no había trabajo, y la única opción era ir al campo, inclusive desde edades muy tempranas. 

“Desde los 4 años iba al campo a ayudar a mi papá para que le pagaran un poquito más, pero no creas que era un gran dinero, porque le pagaban 12 pesos a la semana y apenas alcanzaba para comprar”, dijo don Cornelio Mena Kú, quién nos regaló unos minutos de su tiempo para recordar esos momentos difíciles de su infancia en su natal Halachó.

“Aprendí a tumbar, a desyerbar, cortar y sembrar henequén, trabajé en las haciendas de Sihó, Acú, Chan Chocholá y Halachó, pero también, fui artesano, sé tejer sombreros de huano. Fueron tiempos muy difíciles en los que la pobreza estaba muy presente. Fui el mayor de ocho hermanos,  y con tristeza vi morir a uno de ellos por la falta de medicamentos, por eso apenas se dio la oportunidad decidí dejar mi pueblo”, comentó el ahora líder de la sección 95 de la CROC en Yucatán. 

Pero para llegar a dicho puesto faltaba aún mucho tiempo y muchos golpes de la vida, pero en el camino, de manera circunstancial se fueron dando oportunidades de trabajo que le fueron forjando el carácter y dándole todo tipo de enseñanzas que afortunadamente no desaprovechó. 

La oportunidad para salir de Halachó, le llegó al joven Cornelio en el año de 1968, cuando se estaban construyendo las clínicas del Seguro Social  en Maxcanú y Umán, donde laboró como ayudante de plomero, ganando un sueldo de 15 a 20 pesos semanales, una cantidad que le pareció fabulosa, ya que como campesino, dicha cantidad la percibía en un mes. 

La cuestión es que este tiempo de bonanza no tardó mucho, ya que al finalizar la construcción de las clínicas de nueva cuenta quedó cesante, y viajó a Mérida con la ilusión de encontrar un empleo similar, y para ello fue necesario aprender el oficio de pulidor de pisos, actividad por la que recibía un pago a destajo.

Los fines de semana cuando no había trabajo andaba con mi lata, mi lija y espátula y con un poquito de ácido oxálico que era para sacar brillo y hacía algunos extras, y así conocí al señor Escalante, quien me ofreció ir a trabajar a Cancún, pues le conté que era campesino, y me llevó a un campamento que estaba dedicado a abrir brechas para hacer el trazo de calles, era el año de 1970 o 71.

Se puede decir, que don Cornelio fue fundador del ahora, polo Turístico más importante de México, pues también se le dio la oportunidad de incursionar en el mundo de la construcción, y después de laborar en el mismo hotel en que laboró, pero ahora de mesero en el restaurante.

Para tener este trabajo antes recibió capacitación hasta para hablar inglés por parte de la CROC, siendo este su primer acercamiento con el mundo sindical, que le dio grandes satisfacciones, pero también momentos muy complicados y que inclusive estuvieron a punto de costarle la vida.

A la fecha, don Cornelio siempre se ha caracterizado por concebirse como un apasionado luchador de las causas sociales, y no se arrepiente de la defensa que realizó de un contrato colectivo de trabajo a favor de los trabajadores afiliados a la CROC, lo que le costó meterse en dificultades con dirigentes del otro sindicato, que terminaron agrediéndolo con arma de fuego. Recibió cuatro balazos. 

“Después de recuperarme, me encomendaron abrir delegaciones sindicales en algunos municipios de la Zona Maya de Quintana Roo aprovechando que hablaba maya, y más adelante en 1987 fui electo diputado local por Cancún, y a final de cuentas, por ser directo y reclamar las cosas que no eran correctas, terminé por incomodar al gobernador de aquel entonces, Pedro Joaquín Codwell y pidieron mi renuncia anticipada”, recordó.

Después de cumplir algunas encomiendas sindicales en otros estados, don Cornelio regresó a Yucatán, y desde entonces está a cargo de la delegación 95 de la CROC, especializada en el trabajo en granjas y procesadoras de alimentos, donde se ha dedicado a fomentar la capacitación y la educación de los obreros para que puedan aspirar a superarse como él en su momento lo hizo. 

datos a destacar

-Don Cornelio siempre sea caracterizado por concebirse como un apasionado luchador de las causas sociales, y no se arrepiente de la defensa que realizó de un contrato colectivo de trabajo a favor de los trabajadores afiliados a la CROC, lo que le costó meterse en dificultades.

– Hasta la fecha, don Cornelio Mena Kú está a cargo de la delegación 95 de la CROC, especializada en el trabajo en granjas y procesadoras de alimentos, dónde se ha dedicado a fomentar la capacitación y la educación de los obreros para que puedan aspirar a superarse como él en su momento lo hizo. 

Texto y fotos: Manuel Pool