En nuestro país, apenas el 30.1% de los menores de cinco meses de edad son alimentados, de manera exclusiva, con leche materna, reveló el informe El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el mundo 2019, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).
Si bien hubo un aumento en esta práctica (en 2012 era de 14.4%), especialistas entrevistados por El Universal coinciden en que aún existen muchas barreras sociales y culturales por derribar.
“Tenemos uno de los índices de lactancia materna más bajos en América Latina. Somos el penúltimo país después de República Dominicana. El gobierno necesita hacer campañas de difusión, promoción y apoyo. Como sociedad debemos entender por qué es mejor la leche materna en lugar de dar al bebé la mamila con fórmula. La gente ni siquiera se lo cuestiona”, consideró Citlalmina Díaz, psicóloga experta en lactancia materna del Centro Médico ABC.
La experta añadió que la lactancia debe ser aceptada como una práctica natural “y no sentirnos agredidos u ofendidos cuando una mamá esté amamantado en lugares públicos. Es como si nos ofendiéramos porque vemos a alguien comiendo en la calle. Además de tener un componente biológico, la lactancia tiene un componente cultural muy fuerte”.
El boom de la fórmula y el estigma de las onzas
“La generación mexicana que ahora es madre fue alimentada con fórmula que, en sus tiempos, era la sensación. Es decir, vienen con el ejemplo de preferir fórmula en lugar de leche materna”, aseguró la doctora Geraldine Loredo, educadora perinatal y asesora de lactancia materna certificada por Prolactar España.
“La mayoría de las abuelas utilizaron fórmula por recomendación médica, porque estaba el boom de la fórmula. Incluso, se comparaban sus beneficios con la leche materna. Por eso, no tienen el conocimiento del comportamiento normal del bebé, están acostumbradas a uno que recibió alimentación artificial. Así, tenemos a una familia desinformada y al personal de salud mal preparado. Según datos del Colegio Mexicano de Pediatría, no más del 17% de pediatras en México están actualizados o certificados en materia de lactancia”, indicó.
A su vez, Alma Karen Macedo López, psicóloga perinatal y consultora de lactancia materna del Hospital Sedna, observó que las familias que crecieron con fórmula creen que la leche de mamá “no sirve y no llena al bebé. Hay críticas y crean conflictos a la madre de hoy”. Pero la leche materna provoca tomas más continuas pues se digiere más rápido, no porque el niño se quede con hambre.
De esa competencia entre leche materna y fórmula, salta otro estigma: el síndrome de percepción materna de leche insuficiente. No obstante, “90 o 95% de las hipogalaxias (baja producción de leche) son ficticias: tienen que ver con lo que la mamá cree”, acotó la psicóloga.
“A la mayoría de mujeres que se les pregunta por qué abandonaron la lactancia, dicen que fue por no tener suficiente leche. Sin embargo, a nivel médico, notamos que la hipogalaxia real es de no más del cinco o 10%. Esa percepción se da por ansiedad, estrés, y suele acompañarse de un bajo apoyo familiar. En la lactancia materna no hay medidas de nada. Cuando le metemos a la mamá un número (de onzas) en la cabeza, empieza en automático esa baja de confianza. Cada bebé y cada mamá son diferentes. Aunque tengan la misma edad, no todos tienen las mismas necesidades ni el mismo metabolismo. Hay que devolverle la confianza a las mamás, no solo saturarlas de información”, reiteró Geraldine Loredo.
Para saber si un bebé está consumiendo suficiente leche, hay que comprobar si está o no deshidratado: revisar que orine bien, que evacúe al menos una vez al día, que su piel y sus mucosas estén húmedas, que su estado de alerta sea normal y que se despierte con facilidad, por mencionar algunas características.
La lactancia no es como la pintan
Los estereotipos tampoco ayudan, manifestó Macedo López porque “se supone que la maternidad es perfecta y todas la deben disfrutar. Las madres que salen en la televisión se ven sonrientes y parece que es muy fácil”.
El proceso, en realidad, llega a ser distinto. De ahí el dicho de que la lactancia es dolorosa; de lo contrario, no se está haciendo bien. Sobre esta creencia, Citlalmina Díaz afirmó que, “cuando la lactancia duele y tiene complicaciones, básicamente es porque la técnica está mal ejecutada. Esto nos indica que quien está lactando necesita un acompañamiento. La educación prenatal y peripostnatal aumenta las probabilidades de una lactancia exitosa”.
Cuando una madre no es asesorada lidia con confusiones y estrés por no saber o no poder amamantar. De por sí, luego de dar a luz, afronta cambios hormonales que, en suma, pueden derivar en depresión postparto. De ser así, el psiquiatra es el indicado para ayudarla.
“Si la lactancia le genera tanto estrés, primero hay que atenderla. Para un niño es mucho peor tener a una mamá deprimida y ausente. A lo mejor, por un periodo, necesita prescindir de la lactancia porque ella tiene que recuperar su salud mental”, recalcó la psicóloga Díaz.
El aspecto mental es clave dado que “jugamos con la autoestima. Se piensa que debemos ser madres sacrificadas y abnegadas. Muchas no saben que no tiene por qué doler al amamantar, cómo curar una grieta o hacer lactancia indirecta en lo que se recuperan de una herida. No conocemos las alternativas porque ni los ginecólogos ni los pediatras lo dicen o dan información diferente. Es importante el empoderamiento de la mujer, incluso antes del embarazo”, menciona Alma Karen Macedo.
Factores que entorpecen
Macedo López advirtió el peligro de que la lactancia se convierta en algo desconocido o raro, panorama al cual nos acercamos, por ejemplo, cada que una mujer piensa o escucha que es necesario taparse mientras amamanta.
En ese tenor, el doctor Rodrigo Vázquez Frías, nutriólogo pediatra del Hospital Infantil de México ‘Federico Gómez’, lamentó que “no vemos con naturalidad la lactancia materna, cuando debería de ser uno de los actos de amor más grandes y deberíamos celebrar que una mamá esté amamantando en el camión, en la calle o en el cine, etcétera”.
El también gastroenterólogo apuntó que otra creencia errónea que mermó la práctica de la lactancia en México es que, por estatus, se pensaba que la leche materna era para los pobres. Nuevamente, aparece el fantasma de las fórmulas.
En ello coincide Loredo Fuentes, quien señaló la publicidad engañosa que persiste alrededor de estos productos, pese a que “desde 1999, más o menos, existe un código para que los sustitutos de la leche materna no se anuncien de manera rutinaria, no se promuevan dentro de los hospitales y no se den muestras de fórmulas. México es uno de los países donde menos se cumple o se sanciona. Seguimos escuchando frases como “bebés más sanos”, “más felices” o “más inteligentes”, lo cual es mentira.
La doctora admitió que los embarazos en menores de edad es otro foco rojo. Recordemos que el Grupo de Información en Reproducción Elegida reportó que, a nivel nacional, 390 mil adolescentes y niñas se convirtieron en madres en 2017 (uno de cada seis nacimientos). “Una adolescente está en un periodo de transición y padece más el síndrome de percepción de insuficiencia de leche. La escolaridad también va de la mano: se ha visto que si una mujer tiene una educación de cero a seis años, hay mayor incidencia de abandono de lactancia antes de los tres meses”, alertó.
Texto: El Universal
Fotos: El Universal / Cortesía