Texto y fotos: Manuel Pool
En México, el número de mujeres alcohólicas es mayor al de los hombres. Sin embargo, no hay instancias para ayudarlas como es el caso del Centro de Atención a Adicciones Cottolengo, señaló su coordinadora, Sor Magdalena García, quien analiza por qué el problema en mujeres tiene mayor impacto social.
Entrevistada al finalizar la rueda de prensa en la que se presentaron detalles del recorrido que realizarán por diversas parroquias de la Arquidiócesis, las reliquias de San Vicente de Padua, fundador del carisma al que pertenece la administración de Cottolengo, la religiosa dijo que de cada diez personas que padecen la enfermedad, siete son mujeres.
“Es algo impresionante, porque al ser la mujer el pilar de la familia, si ella es víctima de esta enfermedad todo se viene abajo”, dijo la religiosa.
Destacó que hace un tiempo intentaron atender a mujeres, pero se encontraron que durante su recuperación, aparecía la preocupación natural por los hijos, y ante la imposibilidad de tenerlos cerca terminaban por retirarse a la mitad del proceso de nueve meses.
En este sentido, dijo que se da poca difusión a esas cifras debido a que, en el caso de las mujeres, el alcoholismo es más criticado que en los hombres, por lo que las familias, en las que se presenta el problema, tratan de mantenerlo muy “guardado”.
–El sexo femenino siempre ha sido reprimido, la mujer continuamente es relegada y maltratada, y aunque comenzó a liberarse aún es ‘ninguneada’–consideró.
La entrevistada dijo a Punto Medio que en los 32 años de existencia de Cottolengo, se han atendido a 7 mil 840 internos, unos 350 a 400 por año, y recalcó que aun tras los nueve meses de rehabilitación que establece el programa, la enfermedad se puede despertar en cualquier momento, a pesar de que lleven años sin beber.
“Muchos se consideran bebedores sociales porque solo toman los viernes, pero hay que decirles que se están engañando, porque el alcoholismo siempre va en aumento, y es una enfermedad mortal, progresiva e incurable, ya que al igual que la drogadicción no se cura, solamente se detiene”, dijo.
Para comenzar a recuperar la salud emocional, primero hay que reconocer el problema, y eso es lo más difícil, porque una vez que se acepta tener la enfermedad se aprende a manejar y te lastima menos.
Recordó que el Centro de rehabilitación tiene capacidad hasta para 120 internos, que llegan de manera voluntaria para iniciar su camino de recuperación.
–En estos momentos tenemos a 75 personas con edades de entre 20 y 52 años. Menores no, porque debido a que aún les hace falta experimentar el dolor y las caídas, es difícil que salgan adelante, y en estos casos mejor los canalizamos a otras instancias como los Centros de Integración Juvenil, donde pueden buscar ayuda –puntualizó.