En los últimos años, aumentaron los robos en las parroquias, principalmente por la situación económica originada primero por la pandemia y ahora por la inflación, por lo que el coordinador de Comunicación Social de la Arquidiócesis de Yucatán, Pbro. Jorge Martínez Ruz, exhortó a los sacerdotes a realizar las denuncias.
Indicó que estos casos se han dado en colonias de Mérida, así como diferentes municipios, “lo que sucede, no todos los sacerdotes denuncian en ocasiones porque hasta se conoce a la persona y les da pena, además en ocasiones únicamente causaron destrozos, ya que no encontraron cosas de valor y dinero”.
Sin precisar los lugares, ya que esta información la tendría el departamento Jurídico de la Arquidiócesis de Yucatán, y respecto a robos de cosas sagradas, señaló que no se han dado casos recientemente.
Hace apenas una semana, la Arquidiócesis Primada de México denunció que en la capital ocho parroquias han sufrido violencia y robo de algunos bienes, incluso una de las iglesias ha sido asaltada dos veces, aunque aclaro que en los hechos no ha habido daño en la integridad física de los sacerdotes y las personas, pero si un detrimento patrimonial.
Los asaltantes se han robado alcancías, arte sacro, objetos de las parroquias como computadoras, teléfonos celulares del personal; la mayoría de los delitos se han cometido en la noche y los delincuentes han forzado la entrada. Solo se ha presentado un caso de asalto donde hubo amenazas directas contra el sacerdote y las personas que lo acompañaban durante la misa.
El vocero explicó que algunas parroquias ya cuentan con cámaras de seguridad, incluso se ha dado caso que identifican a las personas que robaron, pero no todos los sacerdotes deciden denunciar, “en ocasiones no se llevan dinero, pero si causan destrozos a las puertas”.
También han robado tuberías que terminan vendiendo como chatarra, “exhortamos a los fieles a que cuando vean algo sospechoso no duden en colaborar con los sacerdotes para evitar estos robos que terminan afectando a toda la comunidad”.
TEXTO Y FOTO: DARWIN AIL