La década de los 200 trajo muchas transformaciones en el ámbito social y cultural de todo el mundo, y la lucha libre no fue la excepción. La televisión por cable estaba llegando cada vez a más lugares, permitiendo que su programación fuera vista en toda la república mexicana.
Con esta nueva apertura, la lucha libre mexicana tuvo que competir contra un monstruo estadounidense, que desde la década de los 80 había perfeccionado la manera de asociar historias dramáticas e incorporarlas al ring. Aunque la incursión de la lucha libre en la tv de paga no era nueva, el boom de la televisión por cable y la “novedad” que presentaba hicieron un hueco en el aficionado, que sucumbió ante la parafernalia de la pirotecnia, de ángulos de televisión bien producida y segmentos donde los luchadores ahora ya eran personajes definidos.
Mientras tanto, en México seguíamos con la fórmula antigua de contar historias en el ring y no utilizar el poder de lo audiovisual, Triple A lo intentaba, pero se quedaba en eso… un intento.
El producto de la WWE arrasó en ratings a la lucha libre, que se negó a evolucionar con las nuevas posibilidades de la tv, y la década entera fue de WWE.
A pesar de esto, y en un intento por retener a los fans, el CMLL apostó por un nuevo talento, que hacía recordar a los grandes exponentes mexicanos de los 90 como el Místico. El príncipe de plata y oro fue la sensación en 2005 e hizo que todos olvidáramos por algún tiempo a la WWE. A pesar de esto los gringos habían ganado esta batalla.
Para inicios de la década del 2010, los medios digitales y el internet se habían vuelto parte importante de nuestras vidas, y los fans de la lucha libre en todo el mundo los habían aprovechado para acceder a ese tipo de productos que no llegaban hasta su programación local.
La lucha libre mexicana resurgió de las cenizas y emprendió una búsqueda por aprovechar plataformas como YouTube… pero esa es otra historia.
A lo largo de estas semanas me han acompañado en esta breve historia de la lucha libre mexicana. Es parte de la idiosincrasia nacional. No es de gratis que intelectuales como Monsiváis hayan dedicado palabras acerca de ella.
La lucha libre es un espectáculo que nos saca de la rutina, que cuestiona el concepto de hombría, que desafía las leyes de la lógica y que se basa en el principio esencial del planteamiento, nudo y desenlace… Quizá por eso batallan a 2 de 3 caídas, quizá por eso los espectadores seguimos esperando con ansías cuál será la próxima máscara o la próxima cabellera en caer. Quizá por eso Cassandro, el exótico, nos regaló estas palabras:
Bendita lucha libre, nunca te acabes.