Bicicleta y democracia

Everardo Flores Gómez

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En esta entrega quiero compartir algunas reflexiones acerca de la relación existente entre el uso masivo de la bicicleta en las ciudades y la democracia entendida más allá de su concepción clásica como una forma de gobierno donde el poder emana del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, sino entendida básicamente como una manera de vivir que requiere de la práctica de una serie de valores llamados democráticos como la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la tolerancia, el pluralismo, la transparencia y la justicia social, entre otros.

No es nada difícil para quienes fomentamos el uso de la bicicleta en las ciudades establecer una relación directa entre el uso de la bicicleta como medio de transporte y la práctica de los valores democráticos.

Si partimos del reconocimiento explícito de que nuestros espacios urbanos llevan décadas sometidos al poder tiránico del vehículo motorizado, doblegando nuestra natural capacidad humana de relacionarnos con los demás en el espacio público, como en el hecho de que los niños ya no puedan jugar solos en la calle por el temor real y justificado de sus padres de que sean atropellados por un vehículo motorizado, resulta de esta manera certero el axioma: frente a la tiranía del automóvil, la democracia de la bicicleta.

Es pues relevante -en este contexto de tiranía del automóvil- que por fin un medio de transporte a escala humana como la bicicleta, comience a tener un papel relevante en las políticas públicas de movilidad de nuestras ciudades, muy tímidamente cabe decir y siempre con el peligro de sufrir retrocesos, pero sin duda una transformación que ha comenzado. Una transformación que requirió con anterioridad de un cambio de mentalidad -aún no generalizado por desgracia- por parte de los funcionarios públicos en lo referente a la necesidad de diseñar políticas de movilidad que permitieran reconstruir nuestras unas ciudades para el goce de las personas antes que para la circulación de máquinas.

No sin oposición de una parte de la población que como siempre defiende sus privilegios, aunque estos lesionen el derecho de las mayorías, debemos como sociedad dejar de diseñar políticas de movilidad en función de las necesidades del automóvil y empezar a adaptarlas a las necesidades y escala de los seres humanos que por naturaleza son plurales y diversos. La bicicleta entra en escena aquí como una herramienta de cambio y democratización de nuestras ciudades en el ámbito de la movilidad urbana, al constituirse por sí misma en un medio de transporte ideal sobre el que articular estas políticas.

De esta manera, la bicicleta se reconoce intrínsecamente como sinónimo de libertad y democracia en el uso del espacio público al ser un instrumento para moverse libre y ágilmente de un lugar a otro, existiendo una autonomía simbólica pero también práctica, en un contexto donde, como ya se señaló, el vehículo motorizado ha tenido completo dominio del uso del espacio público.

Aprovecho para compartir la invitación de la Junta Local Ejecutiva del INE en Yucatán que en colaboración con CicloTurixes realizarán una rodada por la democracia para promover la participación ciudadana en la próxima jornada electoral. La cita es el sábado 18 de mayo, a las 7:30 horas en el remate de Paseo de Montejo para salir en dirección a las instalaciones del INE en la colonia México. Enhorabuena por el reconocimiento de la bici como instrumento democratizador.