Mario Barghomz
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Nuestro cerebro tiene un peso promedio de 1 kilo 400 gramos, y posee 86 mil millones de neuronas (semejante al número de estrellas en nuestra Vía Láctea) que nos permiten ser lo que somos y hacer lo que hacemos.
En su fisiología nuestro cerebro consta de cuatro lóbulos; el prefrontal, encargado del pensamiento y nuestras acciones; el parietal, que junto con el tronco encefálico se encargan de nuestra supervivencia (el equilibrio, nuestra temperatura corporal, nuestra digestión, la respiración y la regulación del sueño); el occipital, responsable de la vista; y el temporal (derecha e izquierda) encargados de nuestros procesos de pensamiento lógico, el habla, la escritura y la abstracción de nuestra sensibilidad, esa parte (derecha) que nos invita a tocar el piano o el violín, a cantar o a pintar un cuadro.
Aunado a ello y a lo que solemos popularmente llamar “cerebro trino”; la Neurociencia suele dividirlo para entenderlo mejor. En esta división hay una parte “prefrontal” llamada también racional (o new córtex) encargada de procesar, razonar, buscar el sentido a las cosas y tomar decisiones. La parte intermedia de nuestra biología cerebral se llama “cerebro límbico”, encargada de nuestras emociones y sentimientos. La parte posterior (debajo del cerebelo) y la que nos conecta con la médula espinal a través de nuestro tronco encefálico, se llama “cerebro reptiliano” (lo más primitivo de nuestro encéfalo). Es lo que nos permite actuar por instinto o el impulso inmediato ante cualquier contingencia.
Debajo del tálamo (la parte central de nuestro cerebro) se encuentra el hipotálamo, una especie de rector encargado de que la energía de nuestra vida hormonal se mantenga. Junto a él se encuentra la hipófisis o pituitaria, encargada, bajo su supervisión, de procesar el flujo natural de nuestras hormonas, sobre todo aquellas que mantienen nuestro equilibrio y armonía emocional como la serotonina.
El flujo de dopamina nos permite disfrutar el placer y el gozo de nuestros proyectos, planes y expectativas, generando gusto y deseos de recompensa. La oxitocina nos permite ser empáticos, fuertes y generosos en nuestras relaciones humanas y todo aquello aunado al amor, la lealtad y la fidelidad (es oxitocina lo que le suministran a una madre en el momento del parto). Las endorfinas son hormonas que también, viniendo de la pituitaria, se sumarán a nuestra satisfacción y armonía en nuestra búsqueda de felicidad y alegría a través de todo aquello que nos complace en la vida.
También por ahí, junto a las demás glándulas, se encuentra la amígdala; encargada de suministrar el cortisol suficiente cuando las cosas no van bien o hay problemas. Y aunque es el cortisol el principal responsable de la tensión y el estrés, junto a la adrenalina que producen las glándulas adrenales; sin cortisol ni adrenalina no tendríamos oportunidad de capacidad de reacción ante un peligro inminente o una situación difícil.
Muy cerca de la amígdala y la pituitaria se encuentra el hipocampo; el almacén y lugar donde se guardan todos nuestros recuerdos, aunque finalmente es nuestro propio cerebro quien decide qué aspectos de nuestra vida recordar (sean estos buenos o malos) y cuáles no. Y por ahí también se encuentra la glándula pineal (lugar donde se creía entonces que estaba el alma) y que se encarga de producir melatonina para que podamos dormir.
También nuestro cerebro es una especie de central termoeléctrica, ya que cada “sinapsis” o conexión a través de sus dendritas, es literalmente un impulso electromagnético y al mismo tiempo bioquímico que nos permiten estar atentos, despiertos y activos. En nuestro cerebro cada una de estas conexiones neuronales se miden por frecuencias (ondas electromagnéticas); Delta: que va de 0 a 3 Hz. por segundo; Tetha: de 3 a 7 Hz.; Alfa: de 7 a 12 Hz.; Beta: de 12 a 30 Hz.; y Gamma (la más intensa): de 30 a 50 / 80 Hz por segundo, en promedio. De ahí que, a nuestras neuronas, por sus conexiones, también se les llame neurotransmisores.
Asimismo, y dentro de su biología que lo define como algo extraordinario; nuestro cerebro piensa y tiene consciencia (consciencia de sí y conciencia de lo otro). Elementos sin embargo abstractos que la ciencia aun no logra determinar como algo objetivo. El pensamiento de nuestro cerebro, así como los procesos de nuestra consciencia, siguen siendo un misterio para la Neurociencia.
Continuará…