Bordado y bordadoras de yucatán

Por Ángel E. Gutiérrez

En días pasados fue inaugurada en el salón de creadores “Manuel Lizama Salazar” de la Secretaría de la Cultura y las Artes de Yucatán (calle 18 por 23 y 25, Col. García Ginerés), la exposición titulada “Xmanikté. Siempre viva.” Se trata de una muestra fotográfica derivada de un proyecto de investigación, registro y reinterpretación de las técnicas tradicionales de bordado yucateco, desarrollado por un colectivo de jóvenes fotógrafos bajo la coordinación de Silvia Carrillo Jiménez.

La muestra se conforma por 32 fotografías, postigos que nos permiten mirar la sosegada intimidad del bordado, y 8 retratos de bordadoras de Kimbilá, Xocén, Maní y Teabo. Impresos sobre lienzo de lino, cada retrato está intervenido con detalles bordados a color, realizados por las mismas bordadoras retratadas; de este modo, la serie se convierte en un valioso registro de rostros y técnicas, como una evocación a los antiguos dechados con los que las jóvenes de otros tiempos hacían gala de sus habilidades en el arte de bordar.

En Yucatán existen 16 técnicas de bordado en las que convergen saberes ancestrales que enlazan tradiciones mayas y europeas. Una amplia variedad de prendas bordadas está presente en la vida de los yucatecos, tanto en la cotidianidad como en los momentos de celebración familiar y comunitaria.

Si bien el bordado yucateco goza de vitalidad, actualmente, algunas de sus técnicas corren el riesgo de perderse. Tal es el caso del xmanikté, palabra maya puede traducirse como “siempre viva” y que hace referencia a lo que es perpetuo o que no tiene fin. Se trata de una de las técnicas de bordado más antiguas y originales de la región, cuyos orígenes, posiblemente, se remonten a la época prehispánica.

“Xmanikté. Siempre viva”, nos permite a conocer más acerca de la riqueza cultural que existe en torno al bordado yucateco, la actividad artesanal de mayor difusión en el Estado. También nos invita a reflexionar sobre el peligro que corren de perderse estos saberes ancestrales, ya sea por el gradual olvido de alguna de sus técnicas y, de manera más alarmante, por la presión comercial de un mercado, hay que decirlo, cada vez más plagado de atractivas y abaratadas imitaciones, maquiladas e importadas de otros países, que sin ningún reparo se ofertan en los aparadores de tiendas e incluso ferias de artesanías y que, lamentablemente, comienzan a insertarse en la preferencia de propios y extraños.

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