Buscan a contrarreloj a víctimas de la catástrofe

El Gobierno indonesio pide ayuda internacional tras la tragedia que sacudió el viernes la isla de Célebes, que ha causado 1,203 muertos

Nabella Salsabilla llevaba cuatro días esperando una llamada esperanzadora desde Palu. Ocurrió ayer por la noche, cuando su hermana le confirmó finalmente que ella y toda su familia están a salvo del potente terremoto y el tsunami que azotó esta localizad situada en la zona central de la isla indonesia de Célebes el pasado viernes y que ha causado, según el balance oficial, 1,203 muertos. Las perspectivas son sombrías: centenares de personas siguen atrapadas bajo los escombros, los equipos de rescate operan con enormes dificultades y el país ha pedido ayuda humanitaria para hacer frente al desastre.

Dudas sobre el sistema de alerta de tsunamis

Persisten las dudas entre la opinión pública sobre la eficacia del sistema de alerta de tsunamis en el desastre. Las autoridades sostienen que el aviso se envió a los teléfonos móviles de la población residente en las zonas de riesgo, pero fue desactivado apenas 30 minutos después y no logró detectar la virulencia del maremoto, que en algunos puntos trajo olas de hasta seis metros.

Las autoridades han reconocido que el error fue no tener sistemas de detección de oleaje cerca de Palu. La boya más cercana que rinde cuentas de los cambios súbitos de la marea se sitúa a unos 200 kilómetros de la ciudad y registró una variación insignificante del nivel del agua tras el terremoto. También se especula con que el sistema basado en mensajes de aviso no habría funcionado porque el seísmo habría dañado las comunicaciones, con lo que la alerta nunca habría llegado a los teléfonos. Las costas de la zona tampoco contaban con sirenas de aviso.

Salsabilla, estudiante de 20 años, ha permanecido día y noche junto a su madre durante más 72 horas en una mezquita cercana a la base aérea de Makassar, la capital de la isla indonesia de Célebes (Sulawesi en indonesio). Buscan sitio en alguno de aviones militares de transporte Hércules que viaja entre esta instalación y el maltrecho aeropuerto de Palu, la única oportunidad para estar con sus familias a corto plazo. Probablemente este martes a primera hora consigan el esperado hueco, o eso confían. “Entendemos que hay que dar prioridad a la ayuda humanitaria, como alimentos y medicinas. Nuestra familia nos ha contado que la casa está muy dañada, pero tuvieron suerte de que el tsunami no les alcanzó porque el edificio está a un kilómetros adentro”, explicó.

Ambas saben al menos que sus seres queridos están a salvo; otros en el mismo recinto no pueden decir lo mismo.

La situación en Palu, ciudad de unos 350,000 habitantes en la costa occidental de la isla de Célebes, es crítica. La ayuda humanitaria entra principalmente a través del aeropuerto porque el acceso por tierra es difícil debido a los corrimientos de tierra. Las comunicaciones y el suministro de luz son intermitentes y los equipos de rescate usan sus propias manos para buscar a los posibles supervivientes enterrados bajo las ruinas.

Texto y foto: Agencias

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