En Oaxaca, 368 de los 570 municipios viven en sequía, 171 con un grado severo y 43 en nivel extremo, según la Comisión Nacional del Agua
Campesinos indígenas del sur de México diseñan sus propios sistemas para captar lluvia en Oaxaca, estado conocido por su producción de maíz, café y chocolate donde cerca de dos tercios de los municipios viven algún grado de sequía, una de las mayores crisis hídricas del país.
En la entidad, en el sur de México, 368 de los 570 municipios viven en sequía, 171 con un grado severo y 43 en nivel extremo, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
Por ello, un grupo de campesinos de San Matías Chilazoa, en el municipio de Ejutla de Crespo, idearon un retén de agua llamado ‘El Mezquital’, que les enseñó que la captación de agua de lluvia es la única opción.
En esta temporada de estiaje y en espera de la temporada de lluvias, realizan mediciones para elaborar un proyecto de ampliación de su sistema de captación de agua que les permita desviar y recolectar los escurrimientos de las lluvias que ahora se pierden en cañadas y veredas.
“Estamos tratando de meter el agua por allá, son 500 metros, estamos en un lugar que le llamamos un retén de agua de nombre ‘El Mezquital’, aparentemente no tiene agua y estamos en un proyecto tratando de ver para captar más agua”, explicó a EFE Fernando Gómez, presidente del comisariado de bienes comunales.
El primer retén de agua lo hicieron en 2021 con apoyo del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, la autoridad municipal y la asociación civil Flor y Canto.
Una sequía que no cesa
Los campesinos están en alerta ante la escasez de agua en México, donde casi dos tercios del territorio nacional, el 64.6 por ciento, viven un grado de sequía moderada a excepcional, según el último Monitor de Sequía de la Conagua.
Por ello, la captación de cualquier gota de lluvia es prioridad para los campesinos de Oaxaca.
“Nosotros estamos viendo que todo el dinero que vamos a invertir para carreteras o para otra necesidad como las escuelas, que también son necesidades, ese dinero lo desviamos y lo metemos aquí, que es la priorización del agua”, comentó Gómez.
El profesor retirado Ambrosio Rodríguez, de 74 años, recuerda que de niño aprendió a nadar en este sitio, donde antes se formaban pozas de agua con plantas acuáticas conocidas como ‘tules’.
“Aquí veníamos todos los chamacos (niños) saliendo de la escuela”, relató a EFE.
A menos de 5 kilómetros de ‘El Mezquital’ la actividad campesina persiste y enfrenta la sequía por inercia familiar.
El arriero Gabriel Sánchez lamentó la difícil situación mientras cuidaba de una decena de vacas que buscan alimento entre hierbas secas.
“¿Cómo le estamos haciendo? La verdad es que si no fuéramos de campo no anduviéramos aquí, yo porque desde chico mi papá me acostumbró a andar en el campo, pero si no, está muy duro aquí en el campo”, confesó.
La realidad del estrés hídrico en los mantos freáticos la padecen tres campesinos que excavan un pozo en sembradíos de San José del Progreso, donde antes para encontrar agua solo tenían que adentrarse menos de ocho metros en la tierra.
“Antes eran siete metros, seis metros y medio, ahora tenemos que excavar hasta 10 u 11 metros para encontrar el agua y de ahí tiene uno que ir dos o tres metros para abajo para que tengamos agua. Un pozo así está costando 25.000 pesos (1.457 dólares)”, contó el agricultor Gerardo López.
Pero con su propia obra, la situación para los habitantes es optimista, pues con solo una tarde lluvia su retén de agua subió hasta cuatro metros, lo que garantiza al menos un mes más del líquido para el ganado y una recarga que se va al subsuelo.
Texto y fotos: EFE / Agencias