Ciencia y ficción

Mario Barghomz

mbarghomz2012@hotmail.com

Cada vez es más difícil establecer la diferencia entre lo que antes considerábamos analógico y lo que hoy llamamos virtual. La ciencia ficción que hasta hace todavía 30 años solo mirábamos en las películas, programas de televisión o leíamos en libros de fantasía; ha dejado de ser ficción para convertirse en una realidad.

El extraordinario avance de la tecnología y los nuevos sistemas digitales nos permiten hoy tener y mirar cosas que antes solo imaginábamos. Ya no hay más ciencia ficción, porque lo que antes era ficción es actualmente nuestra realidad.

Dentro de poco seremos una especie de hombres analógicos en un mundo completamente digital, plagado de androides sintéticos que, así como tendrán una función práctica de labores típicas de limpieza, oficios, comunicación o compañía para gente sola o senil, también podrán ejecutar otras tareas diversas programadas y dispuestas en su inteligencia artificial.

Sus variables podrán ser tantas como las de los mismos seres humanos. Y en su aspecto, habrá un tiempo en que sea difícil reconocer a unos de otros, porque la idea es que sean como nosotros, iguales, aunque con una definición y diseño más ideal y perfecto de rostro y cuerpo. La única diferencia notable estará en su naturaleza sintética no humana. Sin embargo, su réplica será tal, que hoy puede sonar a fantasía. Es decir, cuánto una máquina sintética (un androide) no solo podrá hacer o aprender todo aquello que esté en su capacidad de saber, sino su posibilidad de pensar y sentir, es decir, de tener conciencia. Esa era precisamente la preocupación de Alan Turing.

Aunque hasta hoy sabemos que toda inteligencia artificial proviene de la inteligencia humana, en el sentido de que no existe una máquina o sistema digital inteligente que no se diseñe, se cree o se habilite desde la razón, el pensamiento y la lógica natural humana.

Pero qué podría pasar entonces (y es lo que todavía puede sonar a fantasía o ficción) cuando con el tiempo su misma inteligencia, autosuficiencia y diseño, le permita ya no depender de lo humano, sino de sí misma. A lo que también, el padre de las primeras computadoras; John Von Neumann (matemático y polímata húngaro-estadounidense), enfatizó preocupado: “cuando por sí misma se reproduzca”. Lo que todavía en estos tiempos aún nos puede sonar a fantasía.

¿Pero por qué no? Una máquina que piense por sí misma; que pueda tener conciencia, sentimientos y emociones. Todo dependerá de la idea misma y el propósito con que se diseñe. En “Mejores que nosotros”, serie rusa que actualmente continúa en Netflix, el planteamiento es precisamente ese, que llegará el momento en que un robot pueda actuar por propia cuenta. Y no para dañar a nadie, sino con el propósito de integrarse desde su propia libertad a lo humano. Un robot que pueda amar y sentir, tener propósitos y buscar un sentido de vida, ayudar a la comunidad y pertenecer a una familia.

La idea no es tan bizarra dadas las circunstancias de las que hablamos y los argumentos planteados, pero insisto, ya no hablamos solo de ficción o fantasía, sino de la realidad misma que nos ha alcanzado.