Por: Marcial Méndez
La Coca-Cola es un elemento fundamental durante la temporada decembrina. Haya estado o no sobre nuestra mesa durante la cena navideña, su influencia sobre esta época festiva es inescapable.
En una especie de simbiosis, la Coca aporta símbolos y valores íntimamente relacionados a la navidad al mismo tiempo que se los apropia, que los hace intrínsecos a la marca. Uno de los ejemplos más evidentes y conocidos de esto es el de Santa Claus, figura cuya personificación definitoria fue concebida en las ilustraciones publicitarias que Haddon Sundblom hiciera para la Coca-Cola en 1931. Aquel Santa bonachón y regordete no solo se convirtió en la versión icónica del personaje sino que también en un símbolo del espíritu de alegría y generosidad que caracteriza a estas fechas y, por supuesto, en un embajador de la marca cuyos colores corporativos porta en su vestimenta.
Desde entonces, la Coca-Cola se ha perfilado en casi un sinónimo de la Navidad. No lo podría expresar mejor que un usuario de Facebook que, en una publicación en la página oficial de la marca, escribe: “Una navidad sin anuncio de Coca-Cola no es navidad ♥.” Al menos para mí –que en mi disco duro tengo guardado un spot del 2015 que vuelvo a ver cada que se acercan estas fechas– la aserción resulta cierta. Podrá ser todo un producto de la “mercadotecnia” pero, ¿acaso eso lo hace menos real?
¡Feliz Navidad!