Cómo controlar el estrés durante el embarazo

El estrés es un proceso emocional que se activa cuando la persona debe hacer frente a una situación que demanda la selección y puesta en marcha de diversos recursos, necesarios para abordarla. Los cambios que puede desencadenar el proceso de estrés son ambientales (cambios en el entorno) o internos (cambios fisiológicos y variables cognitivas). Si tenemos en cuenta que un embarazo implica una revolución de cambios internos y también del ambiente, no hay duda en afirmar que la experiencia de estar embarazada es de por sí estresante.
Sin embargo, como muchas cosas en la vida, de nuevo aquí el vaso está medio lleno o medio vacío dependiendo de los ojos que lo miren. La valoración que la mujer hace de su propio estado, el desarrollo que esté teniendo la gestación en sí, las expectativas que tenga sobre cómo se desarrollarán el embarazo y el parto, la valoración que haga sobre su capacidad de afrontamiento para ser madre, o el apoyo con el que cuenta durante estos nueve meses, serán factores cruciales para que la mujer viva su embarazo como una situación altamente estresante y angustiosa o, por el contrario, como una experiencia de plena placidez y bienestar.

REPERCUSIONES

A pesar de que muchas mujeres temen por ello, el estrés, cuando es agudo (o puntual) o leve, no influye en el embarazo. Es importante conocer este dato, puesto que hay embarazadas que se estresan o asustan por estar nerviosas porque temen las repercusiones que pueda tener sobre el desarrollo de su hijo.
El verdadero problema reside en unos niveles de estrés demasiado elevados y especialmente mantenidos en el tiempo, que pueden dar lugar a diferentes alteraciones fisiológicas que perjudiquen la salud de la futura mamá, o alteraciones en el comportamiento de autocuidado de la embarazada que pueden perjudicar al bebé (por ejemplo, provocando un aumento de la presión arterial, malos hábitos alimentarios, consumo de tabaco, etcétera).

CONSEJOS

Descansa todo lo que puedas: intenta dormir 7-8 horas diarias (aunque con la necesidad de ir al baño y la incomodidad propia de la tripa sabemos que es difícil). Siempre que sea posible complementa estas horas con una siesta o un pequeño paréntesis en la mitad del día que te ayude a cargar pilas.
Mantén hábitos de vida saludables: cuida tu alimentación y realiza una actividad física moderada (siempre que el médico no te lo haya prohibido). Si no lo has hecho ya, elimina de tu dieta tóxicos y excitantes como el café, alcohol, etcétera. Ahora más que nunca dedica tiempo a comer tranquila.
Aprende a organizar tu tiempo y ajusta tu forma de trabajar de acuerdo a tus necesidades: sabemos que esto no solo depende de ti, pero es realmente importante que lo hagas. Es un derecho de toda embarazada el que la reubiquen en su lugar de trabajo en un puesto que sea más cómodo realizar para su estado. Deberías exigir que esto sea así y, al mismo tiempo, intentar graduar tu capacidad de trabajo. Una situación realmente difícil es cuándo tú eres tu propia jefa, pero piensa que en algún momento tendrás que parar.
Delega aquello que no sea estrictamente necesario que hagas tú: ahora lo más importante es que descanses y te cuides. No se trata de que estés todo el día en el sofá (a menos que el médico te lo haya aconsejado) pero tal vez haya cosas que no sea imprescindible que hagas tú, y puedas evitar que te sobrecarguen encargando a otra persona que las haga por ti (por ejemplo, la compra).
Proporciónate una buena inyección de emociones positivas: las emociones positivas amortiguan los efectos de las negativas. Por ello, haz cosas que te gusten con tu pareja, con tus amigos, o sola. El sexo es una opción.

 

Texto: Agencia

 

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