Deyanira Trinidad Álvarez Villajuana
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Era una nublada tarde de septiembre en el año 2022, cuando Ana empezó a reflexionar acerca del propósito de su vida. Su papá, falleció por covid-19 de manera repentina, su ex esposo se divorció de ella para regresar con su ex, de la cual él había “huido” según por ser ella una “mala mujer”, pero eso dicen quienes no asumen su responsabilidad en una relación. En lo económico, no tenía trabajo fijo y se quedó sola a cargo de su amada mamá de 80 años. Ese día nublado, simplemente cayó de rodillas, oró y clamó a Dios con todo su corazón: “Dios, dame sabiduría para entender por qué pasan tantas cosas malas, no solo a mí, sino a muchos. Tú eres bueno y todo está bajo tu control, pero siento que no puedo más”. Ana, presentaba síntomas de depresión, una condición muchas veces silenciosa, que puede originarse por estrés, sobre carga emocional, crisis de vida, pensamientos erróneos (distorsiones cognitivas), así como por desequilibrios en neurotransmisores, sustancias en el cerebro, que cumplen funciones diversas de regulación.
Ana, eligió sin saber, una de las formas más efectivas de combatir la depresión, de acuerdo con la Neurociencia actual, siendo una gran aliada para la salud mental: la oración. Son miles de religiones las existentes, pero Jesús, quien no vino al mundo a enseñar una religión sino una relación personal con Dios, muriendo por todos y resucitando al tercer día, nos enseñó a orar, amar, servir, perdonar y caminar con gozo en medio de la tormenta, tras liberar todas las cargas o preocupaciones en Él. Orar no es para los más santos o religiosos, pues “bueno” solo uno, Dios, todos los demás somos imperfectos pero perfectibles. Orar, es hablar con Dios, depositando en Él toda tristeza y ansiedad, pidiendo su ayuda, guía y protección, liberándose en el proceso endorfinas, sustancias del bienestar, que ayudan a la salud integral. Orar, no está peleado con buscar atención profesional, con psicólogos y/o psiquiatras, sino que es parte de una propuesta integral que cuenta con millones de testimonios a nivel mundial: orar contribuye a sanar.
Si te sientes desesperanzado, han cambiado patrones de sueño, alimentación, nada te da placer y tienes pensamientos negativos automáticos, es probable que tengas depresión. Si has pensado en dejar de vivir para que tus problemas “desaparezcan”, esto no ocurrirá, pues habrá más problemas para quienes se queden. Ana, entendió que todo lo que ocurre, obra para el bien de quienes aman a Dios: su papá, quien tenía fe en Jesús en su corazón está en el cielo y ahí está feliz; perdonó a su ex esposo y a la “xun” (amante en maya con adaptación al español yucateco), a quienes les desea lo mejor; decidió amarse y respetarse como persona, salió adelante y fue un ejemplo para otras (igual aplica para los varones); emprendió su propio negocio, utilizando de forma creativa sus dones y talentos. Ana, transformó su vida, no se la quitó. Tú como ella, tienes opciones, decídete a encontrarlas, toca la puerta y se te abrirá…