Con salud y alegría, don Luis Canto Cárdenas cumple hoy 100 años

Enamorado de la playa y amante de la pesca, don Luis Pablo Canto Cárdenas cumple este día 100 años de vida, y lo mejor de todo es que lo hace con mucho ánimo y excelente salud. Nacido en el barrio de San Sebastián el 29 de junio de 1925, don Luis recuerda su infancia en el pueblo de Tetiz, donde su padre, Juan Canto Concha, era alcalde. Su madre fue la señora Emilia Cárdenas, originaria de Opichén.

“A los cinco años me mandaron a Mérida a estudiar, vivía con una tía que se llamaba Raquel. Mi papá venía a verme cada semana y me daba 10 centavos de gastada semanal;  estudié parvulitos en el colegio Morelos y luego estuve en la primaria Hidalgo que estaba en Paseo de Montejo; en ese tiempo era director don Remigio Aguilar Sosa”, recordó.

Con una vida llena de experiencias y aventuras, don Luis trabajó en diversos campos, desde la proyección de películas, la telegrafía y  la contabilidad. Fue en Progreso donde conoció y contrajo matrimonio con la señora Elsy Maldonado. 

En ese entonces trabajaba en el Cine Variedades, pero al ser el sueldo insuficiente, y ya con la responsabilidad de una familia, tuvo la necesidad de trabajar por las mañanas en Mérida, en Autos Raúl, del señor Millet Rendón, quien era contador y de quien aprendió un poco de la profesión, lo que lo motivó a cursar la carrera.

Siendo contador y aún trabajando proyectando películas en el Cine Maya, que era propiedad del señor René Almeida, el tesorero en ese entonces del gobierno estatal, recibió la oportunidad para trabajar en el Hospital de Henequeneros, donde conoció a la que fue su segunda esposa, la señora Socorro Martínez Zavala.

“En total fueron ocho mis hijos, tres en mi primer matrimonio: Luis Enrique, Miriam y Leticia, que ya falleció; y cinco en segundas nupcias: Landy Beatriz, Luis (quién estuvo presente en la entrevista), Raúl, Lía y Eduardo”, detalló don Luis, quien en la actualidad tiene 19 nietos y 15 bisnietos.

Después de laborar en una farmacéutica en la Ciudad de México, regresó a Mérida para trabajar en los Servicios Coordinados de Salud, donde se jubiló en 1989, y desde entonces dedicó sus esfuerzos a cuidar y disfrutar de su familia,

“Viajamos a muchos lugares, muy hermosos, pero lo que más disfruto es de la playa y de la pesca”, dice don Luis, quien practicó varios deportes como el sóftbol, béisbol y voleibol.

“La playa es una delicia. Hasta hoy les pido a mis hijos que me lleven a Sisal. Hace dos meses fuimos y aprovechamos para visitar a la virgencita de Tetiz”, dijo el entrevistado, que mentalmente vuelve a vivir y disfrutar de su participación en diversos torneos de pesca.

De hecho, su pasión por el mar inició desde su juventud, cuando trabajaba en Progreso. En ese entonces, le salió la oportunidad para trabajar de telegrafista en una embarcación mercante, de nombre Orinoco, pero al ser menor de edad aún, tuvo que pedir autorización a sus padres, quienes se lo negaron, pero obedecer le salvó la vida, ya que unas semanas después aquel barco fue hundido en la Segunda Guerra Mundial. 

Muchos años después, acompañado de su hijo Raúl y un yerno, durante un torneo de pesca, vivieron momentos espeluznantes, ya que enfrentaron en el mar una tormenta eléctrica. 

“Durante 40 minutos el barco subía y bajaba hasta aporrearse con fuerza en el agua que cubría completamente la embarcación, pensamos que no la íbamos a contar, pues la fuerza de los vientos nos arrastraba hacia un enorme barco casino, y teníamos temor de chocar con él”, recordó Luis, quien pasó todo ese tiempo en un camarote. 

“Después de esos terribles momentos vino la recompensa porque el mar quedó como un plato quietecito y nos dio la oportunidad de pescar. Mi hijo y mi yerno lograron pescar un dorado de 35 kg que les valía un premio especial, además de que sacamos muchos ejemplares de buen tamaño”, recordó el festejado, quien para ese tiempo ya tenía alrededor de 90 años.

Ahora, a sus 100 años, sigue disfrutando de la vida y se mantiene activo. Le gusta leer, escuchar boleros y divertirse en el casino. El mole y el relleno blanco son sus platillos favoritos, además de que dice que es inigualable la frescura de un ceviche preparado a bordo de la lancha acompañado de una cerveza.

“Tengo la costumbre desde hace más de 60 años de tomar al mediodía una cerveza, así me lo recomendó un doctor, y también me gusta tomar caldo de pescado, de bagre, le echo un huevo y así caliente, con su chile habanero, es una delicia”, detalló.

Su familia es muy importante para él, y hoy al mediodía celebrarán una misa de acción de gracias en la iglesia de Cristo Resucitado para agradecer a Dios por su larga vida.

“Agradezco al señor cómo me ha tratado,  tengo la dicha de ver juntos a mis hijos y les pido que siempre se mantengan unidos”, concluyó.

Texto y fotos: Manuel Pool

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