Tras los peores disturbios de esta semana en Cataluña, la condena de la violencia radical independentista mostró ayer la profunda división política entre el Gobierno español y las autoridades regionales catalanas. El presidente del Ejecutivo regional catalán, Quim Torra, intentó hablar por teléfono con el presidente del Gobierno español en funciones, el socialista Pedro Sánchez, pero fuentes del Ejecutivo central condicionaron cualquier diálogo a una condena explícita de la violencia.
La noche del viernes fue escenario de los peores episodios de disturbios violentos en Barcelona en varias décadas, con 152 heridos y serios episodios de guerrilla urbana. En toda la región de Cataluña hubo 182 heridos, 18 de ellos policías, y 54 detenidos. El Gobierno español denunció ayer la violencia “extrema” de las protestas de estas independentistas radicales que han tenido lugar los últimos cinco días en Cataluña con cientos de heridos.
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, lamentó en una rueda de prensa celebrada en Barcelona la “virulencia extrema” y el “vandalismo indiscriminado” y “coordinado” de los radicales violentos, especialmente en la última noche, cuando un agente de policía resultó herido de gravedad.
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