Motivados porque el servicio de transporte en el aeropuerto de Mérida ya no es exclusivo para un grupo del Frente Único de Trabajadores del Volante (Futv), choferes de Uber quieren que se les permita prestar ese servicio en la zona, que es federal.
Entre dos y tres conductores son detenidos casi diario por policías de la Guardia Nacional por prestar el servicio de taxi Uber en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional de Mérida. Y es que, a sabiendas de que no les está permitido prestar el servicio de taxi, los conductores de la plataforma acuden a la terminal aérea en busca de clientes.
“Nosotros sabemos que hay personas y hasta particulares que acuden a prestar el servicio de transporte frente a la entrada del aeropuerto y nadie les dice nada, pero a nosotros, como ya nos identifican, cuando nos sorprenden nos imponen multas de hasta 45 mil pesos”, se quejó un chofer de Uber.
Las autoridades les aplican una multa de 6 mil pesos y se les retiene el vehículo, que es enviado a los patios de resguardo, por lo que deben pagar una sanción de casi 25 mil pesos adicionales.
Ante esta situación, los conductores de la plataforma Uber han solicitado a las autoridades regularizar este servicio de transporte urbano en el aeropuerto de Mérida y que se les permitan trabajar en esta terminal aérea.
Extraoficialmente intentan realizar unos “trucos” para prestar el servicio, como que el viajero salga hasta la avenida para tomarlo, pero los choferes aseguraron que cuando son detectados se les sanciona.
“Nosotros sólo buscamos cómo ganar un poco de dinero para mantener a nuestras familias, pero con el argumento de que no estamos regularizados, nos obligan a dejar estacionados nuestros autos en calles aledañas a la terminal aérea e ir a buscar a los clientes en el pasillo del aeropuerto”, agregó.
Señaló que los choferes de la competencia cobran tarifas más elevadas comparados con ellos que tienen años prestando el servicio, todo porque las autoridades se niegan a reconocer a Uber como lo han hecho en Cancún, y prefieren dejar las cosas como están.
Texto y foto: Darwin Ail