Vamos hablar de un enemigo oculto, que convive a diario con nosotros, que puede crecer en nosotros sin percibirlo, nos referimos a la soberbia, el ego exacerbado, de considerarnos mejores que los demás, el que se deleita internamente al ver su propia excelencia y ver menos a los demás.
El amor propio es necesario para poder ser felices, pero este amor propio es sano cuando es equilibrado, lo contrario es el desprecio de uno mismo, que causa baja autoestima, una vida triste, de sentirse menos que los demás, tanto el amor propio como el desprecio exagerado de uno mismo suele ser efectos de la soberbia.
Así como los vinos que existen distintos tipos, hay distintas maneras de soberbia, veamos los tipos de soberbia que hay:
La soberbia personal lleva al convencimiento de que sin el propio criterio y experiencia difícilmente se acierta en un tema o se realiza algo con corrección. Arrogante que se siente pagado de sus propios éxitos, el que se jacta de sus cualidades que en muchas ocasiones ni siquiera posee. Quien cree que su juicio es el de mayor autoridad. Que considera que no puede aprender de los demás pues él ya lo sabe todo, además que tiene una malsana curiosidad de libros, tan sólo para mostrarse culto.
La soberbia hacia los demás es contraria al amor del prójimo, el que anda con el cuello erguido, mirada altiva, indiferente o incluso aparta la vista, esta actitud es muy propia de los empresarios que desprecian a sus empleados. Promotores de la discordia, injuria y doble lengua. Son muy propensos a airarse fácilmente, cometen injusticias a sus inferiores sin repararlas y mucho menos pedir perdón. Es muestra de orgullo por parte de los superiores el extralimitarse mandando algo fuera de lo debido, el sentirse “intocables”, no menos que “vacas sagradas” de las castas superiores, que no se sienten súbditos porque a nadie consideran superior.
La soberbia puede ser manifiesta con la relación hacia Dios. Agustín de Hipona afirma la soberbia no es más que una perversa imitación de Dios, al único que se le debe la gloria y el agradecimiento por todo. Actitud presuntuosa que supone que Dio perdona todo y sigue ofendiéndolo, la peor señal de soberbia es la blasfemia, donde manifiesta un odio formal a todo lo que simboliza Dios.
Para combatir la soberbia el principio filosófico, el conocimiento de uno mismo, pues sucede que mientras más autosuficientes seamos más nos alejamos de Dios, en la enfermedad, el dolor la carencia se conoce la miseria humana y la necesidad de Dios. Los sabios son las personas más sencillas, y sólo el amor puede cambiar a los corazones, con la madurez emocional, uno sabe relativizar la propia importancia, ni se hunde en los defectos ni se exalta en los logros. Y a la vez, sabe detenerse en todo lo positivo que observa en los que le rodean. Saber mirar es saber amar. A lo sencillo se tarda tiempo en llegar.




