Conserva o perece

Salvador Castell-González 

El 27 de noviembre fue el Día Nacional de la Conservación y creo es pertinente recalcar los temas que están pendientes de la protección de la naturaleza.

En la pasada COP 27 se comenzó nuevamente a discutir el tema de reconocer a la naturaleza como un sujeto de derecho, que tengamos nosotros los humanos no sólo el derecho a un ambiente sano, sino el derecho a la naturaleza, a un ambiente natural, no el ambiente artificial o inducido que nuestra ley general de equilibrio ecológico reconoce como ambiente también.

Otro enfoque es dotar a la naturaleza derechos de protección de la naturaleza, algo similar a la ley Pacha Mama o a los principios de la Carta de la Tierra, donde la naturaleza al estar viva tiene derecho de existir y de estar, un derecho aún superior a la supuesta tenencia de la naturaleza y el territorio por parte de la humanidad.

Este reconocimiento quedó nuevamente en etapa de algún día lo discutiremos y por lo pronto será analizado en la segunda parte de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Biodiversidad, más conocida como COP 15, que se llevará a cabo en Montreal, Canadá, del 7 al 19 de diciembre de este año.

La realidad es que algo que resalto del tema de la conservación es que en la COP 27 de clima se reconoció la inactividad por las partes y se aprueba la creación de un fondo internacional muy ambicioso para resarcir los daños causados por la crisis climática. Esta es una noticia fabulosa al menos en concepto, ya que la experiencia de más de 50 años de “acción climática” nos demuestra la gran capacidad de inacción por las partes involucradas.

Pero vamos a suponer que el dinero ya ha sido destinado y este será designado para restauración ecológica, y la restauración del agua y sus ciclos como gran reguladora del clima. 

Esta resolución es importante porque en esta ocasión, aunque si se habló de aumentar el esfuerzo de producción de energías limpias y el fortalecimiento de la resiliencia del sistema energético, se le dio más énfasis a la restauración de los ecosistemas y de los servicios ambientales que ofrecen.

Como ya hemos visto en otros textos, el fortalecer la resiliencia ecosistémica es de vital importancia, empezando por la prevención de futuras emergencias sanitarias de importancia internacional, ya que si algo nos demostró la covid-19 es que, en un mundo tan hiperconectado, la prevención tradicional de los sistemas de sanidad para evitar la proliferación de enfermedades puede ser muy rápidamente superado.

La realidad es que este sistema de prevención de futuros desastres como lo marca el marco de Sendai es crucial considerar las alteraciones de la naturaleza, atmosféricas y climáticas y considerarlas un tema de seguridad nacional. La cantidad, fuerza y frecuencias de los fenómenos de alto riesgo para las naciones irán en aumento si no hacemos algo y la conservación y restauración de nuestros ecosistemas es la mejor opción. 

La naturaleza puede restaurare sola, sólo debemos dejar que sane.