Correos tóxicos

Por: Mario Ovies Gage 

Con el simple hecho de existir estamos contaminando, hasta en las actividades que parecen más inofensivas de nuestro día a día lo estamos haciendo. O por lo menos es a la conclusión que llegué después de enterarme de cuánto contaminamos al enviar un simple correo electrónico.

La firma estadounidense FTI Consulting reveló en un informe que cada correo electrónico genera 4 gramos de CO2 y el envío de 65 correos equivale a recorrer un kilómetro en coche.

En Francia se ha llegado a que los reguladores de energía inviten a las empresas a reducir el uso del correo electrónico. Según el periódico británico The Independent, si un correo electrónico tiene adjunto un archivo de 1MB, esto aumenta en 19 gramos el dióxido de carbono producido, y si ese archivo se reenvía o archiva, la huella podría llegar hasta los 50 gramos.

La gran pregunta que se pueden llegar a hacer en este momento es, ¿por qué ocurre eso?
La principal fuente de consumo energético de las empresas que manejan nuestros datos se encuentra en el enfriamiento de los edificios que albergan los servidores. Pero esta huella de carbono también incluye lo que estos centros de datos y computadoras consumen al enviar, filtrar y leer nuestros mensajes.

El auge de servicios de almacenamiento de datos en la nube, como Netflix, el uso del internet de las cosas y el uso global de teléfonos inteligentes supone el 2% de la emisión mundial de gases de efecto invernadero.

Para el 2017 un estudio ya revelaba que la actividad vinculada con los correos electrónicos podría llegar a equivaler a la huella de carbono que producen 890 millones de autos.

En lo individual, para el experto en medición de huella de carbono, Mike Berners Lee, una persona produce al año por enviar y recibir correos hasta 136 kilos de emisiones, lo que equivaldría a manejar más de 300 kilómetros en coche.

Y así nos podemos ir con otros servicios; según información de Netflix el usuario promedio de su plataforma produce al año unos 300 gramos de dióxido de carbono, esto sin contar la energía consumida por el dispositivo en el que lo utilice. Además, este número habría que multiplicarlo por la cantidad de usuarios que tiene Netflix, que para inicios de 2019 rondaba los 140 millones.

En el caso de los amantes de plataformas como Spotify, según un artículo del 2013 en el Washington Post, reproducir 27 veces un álbum musical utiliza la misma energía que producir y transportar un CD.

¿Saber todo esto nos ayuda en algo?

Siendo realistas nos aporta para cuestiones de conciencia ambiental, saber cuánto contaminan todas nuestras acciones y en caso de que queramos conocer nuestra huella de carbono real.

En el caso de que quisiéramos disminuir nuestra tarifa eléctrica, aporta más desconectar por las noches dispositivos eléctricos, no dejar conectados nuestros teléfonos toda la noche o los televisores, pero más allá de eso no lograremos mucho. El verdadero impacto está en optar por compañías que le estén apostando a energías limpias y a reducir su impacto.

Empresas como Apple, Google y Netflix se han comprometido a usar energías limpias para sus centros de datos y se espera que cada año utilicen más energías limpias para poder brindar sus servicios.

Aprovechen este fin de año para limpiar sus bandejas y comiencen el 2020 dejando de enviar correos innecesarios, no solo ayudarán al planeta, sino que mejorarán su ambiente laboral.

 

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