Por Carol Santana
Uno de los mitos del feminismo, es la errónea idea de que por asumirnos feministas no podemos criticar mujeres, o que las consideramos como intocables, cuando en realidad es todo lo contrario.
Irónicamente parece que mientras más feministas nos volvemos, más críticas nos hacemos de la manera en la que se comportan otras mujeres. Y no está mal, al contrario, el feminismo lejos de ser una moda es un movimiento político que necesita cuestionarse una y otra vez las estructuras sociales.
Lo cierto es que criticar mujeres es un tema delicado, sobre todo porque históricamente hemos construido la reputación y el valor de las mujeres a través de estándares patriarcales. Y al criticarlas, lo hacemos atacando esos valores.
Los estándares de belleza, la pureza y castidad son algunos de los elementos que constituyen en parte lo que consideramos como lo femenino. Por eso, cuando criticamos a una mujer, menospreciamos su aspecto físico, o su reputación. Por eso, es importante que cuestionemos la manera en la que criticamos mujeres. No porque no debamos hacerlo. Hay acciones que deben ser cuestionadas y criticadas, como los discursos de odio (racismo, clasicismo, homofobia o transfobia) que algunas mujeres promueven, pero al hacerlo debemos ser conscientes de las acciones que criticamos y evitar caer en la trampa patriarcal.
De nada nos sirve intentar desligitimizar su discurso promoviendo la misoginia.
Hace unos días la primera dama, Beatriz Gutiérrez Müeller hizo unos comentarios desafortunados al responderle a un usuario de Twitter cuando cuestionó la manera en la que el gobierno federal ha manejado la crisis de tratamientos y medicamentos.
Los comentarios insensibles de Gutiérrez Müller, en vez de ser criticados pasaron a segundo plano para criticar otros aspectos que eran irrelevantes como por ejemplo su hijo —menor de edad— o su aspecto físico.
Las comparaciones con la anterior primera dama, Angélica Rivera, también se hicieron, reviviendo en parte la manera sexista en la que también se le criticó durante el anterior periodo presidencial.
En vez de criticar la corrupción que la rodeaba, la gente se centró en su cuerpo y a difundir videos y fotos de su época como actriz, para desvalorizar su persona e imagen. Todos merecemos ser responsables de nuestras acciones y malos comentarios, pero lamentablemente no todas recibimos el mismo trato al hacerlo. Y al final, de nada nos sirve criticar a un sistema si en el proceso reforzamos otro.